viernes, 29 de abril de 2016

LAS VERDADES DE "EL CABRERO": CONCIERTO DE UN CURRANTE.

Cuando yo era muy jovencita yo quería tener un novio tan guapo y que dijera tantas cosas como El Cabrero cantaba. Un muchacho así, que apuntara las maneras de ese hombre que yo veía en las portadas de sus discos que había en mi casa, con la mirada adormilá, barbas y pelos largos, con esas  planta y andares de cowboy "spaguetero". Como las amigas que juntaban estampitas de Miguel Bosé y Los Pecos, pues yo me decantaba por este perfil. 









Cuando lo vi y lo oí por primera vez en la peña flamenca de Albaida del Aljarafe (el último pueblo al norte de esta comarca sevillana donde teníamos nuestra otra casa, con mis padres que me llevaban a todos sitios aunque entonces estos lugares solo fueran de hombres y mu tarde), quedé tan fascinada como quedaría una fotógrafa francesa que pasó por estas tierras y terminó rodando un documental con El Cabrero como protagonista.

José Domínguez venía de Aznalcóllar, su pueblo, que se veía a lo lejos desde la azotea  de aquella atalaya aljarafeña como una isla de luz desde donde arrancaban las primeras estribaciones de la Sierra Norte, y si bajabas la mirada por la ladera  de aquella pequeña mancha lumínica, podías imaginar el curso del Guadiamar hasta unirlo con las marismas de Huelva recorriendo el miso curso del fandango. Entonces El Cabrero ya era un fenómeno social, ya despuntaba por su autenticidad, su personalidad de rebeldía intimista, su cante jondo puro y su compromiso con la tierra y con el pueblo. Ya había grabado discos, había recorrido media Europa, había ganado premios, era presencia fija en los festivales de flamenco de toda Andalucía y sus cantes eran bandera de libertad y justicia para varias generaciones juntas. Llegaba a los escenarios cantando El Cabrero y se iba como el cabrero que canta. 

José Domínguez pertenece a esa casta del flamenco puro por el que se rastrea los orígenes de este arte, en lo jondo de las tonás, seguiriyas y martinetes que empezaron a entonar gentes de la baja Andalucía para cantar las penas de la pobreza y la marginalidad para ensordecer el dolor y la miseria con esas letras y esas músicas que salían del alma y de las tripas de los campos de secano  y de las minas a cielo abierto. Por el que brota de la tierra que pisan las plantas de los pies que andan estos secarrales y reverdece en los géneros más duros del flamenco como un grito de la misma tierra.

Bajo el sombrero negro se  intuía su mirada siempre al suelo, y tú lo ves retorcerse con la justa contención en la silla y dices que sí, que eso es arte de la naturaleza misma, la divina proporción excesiva que es  Andalucía. Y cuando entendieron los que "entienden" la naturaleza y la esencia de ese arte que mira, con la misma distancia la profundidad más allá de los pies como el más allá del techo, a lo hondo de las profundidades y al calado del abismo,  el flamenco fue declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad (2010). Por materiales como los de El Cabrero.

Está a la vuelta de la esquina el Día del Trabajo, que aquí en mi tierra, además del de El Trabajo de los que trabajamos, es también el Día del Paro, porque para algo somos campeones del desempleo. El mismo día para los que militamos en el despertador de cada día, o de los afiliados a la cola pa sellá la cartilla del paro mes a mes, de los de las peonás de remanguillé, de los de la economía sumergida y la solidaridá familiá..., menos para los de la codicia y los filibusteros, tiene que ser un día de reivindicación. 

Y yo traigo un TRABAJO que se reivindica por sí mismo: el de una francesa fotógrafa que pasaba por aquí, se topó con El Cabrero en un festival flamenco y rodó un documental visto en más de cincuenta países del mundo pero que aquí no ha querido ninguna cadena televisiva incluir en su programación. 


EL CABRERO, EL CANTE DE LA SIERRA

Era el año 1987 cuando la fotógrafa Martine Voyeaux vio a José cantá un verano. Impactada, imantada también por su presencia y su jondura telúrica, presentó un proyecto de documental a una galerista de arte que tendría pasta y acá que se vino al verano siguiente. En pleno agosto, con 40 grados a la sombra, rodó esto que aquí se han negado todas las cadenas de TV, incluida "La Nuestra" (Canal Sur), emitir. 

En Francia, este documental ganó el Premio Especial en el Festival de la Rose d’Or de Montreux 1988, y no se deja de emitir fuera de nuestras fronteras desde la citada Declaración de la UNESCO. 





¿Y Espagne? ¿Y Andalucía? 

La respuesta siempre ha sido NO. Y hoy se difunde vía Youtube. Difusión a la que yo contribuyo desde Rodmania, por ese novio tan guapo de mirada adormilá y barbas  que dijera tantas cosas como las que cantaba El Cabrero. Por esa Andalucía del documental, que es la misma de hoy, que no reclama trabajo porque se ha acostumbrado a comer "camparopicheo" (acrónimo rodmaniano de "campo, paro y trapicheo").

¿Por qué? ¿Por qué Canal Sur se niega, por qué no ha querido saber jamás de este trabajo y lo ha rechazado una y otra vez? ¿Por qué se vanagloria esta Junta del Partido Socialista (mani)Obrero Andalú de esta tierra y su gente, si no se la merecen? 

Porque llevan años, décadas, sembrando y regando con socialmaniobrerismo el temario de La Nuestra (la programación de Canal Sur) con bazofia, zafiedad, ignorancia y jactancia de ella misma, contrarrestando la sabiduría que entra por los pies con el cercenar de las cabezas que relucen y las bocas que dicen otras cosas, y las cámaras que muestran "el hace veintitantos años" como "el   hoy es peor" (porque donde salen los viejos hoy hay jóvenes, sí, también analfabetos y sin pensión). Cercenan esta tierra con el sentimentalismo trasnochado, machista y retrógrado de la copla de posguerra (concurso tras concurso de jóvenes) con la jondura de las raíces que empujaban esta tierra.

El Cabrero dice que él habla con metáforas porque las palabras que aprendió en la universidad del campo que pastan sus cabras se le quedan chicas, minúsculas. Y a mí me pasa lo mismo: la inefabilidad. Zomo azí de terruño, compañero. 

El documental está rodado en Aznalcóllar, pueblo minero de Sevilla que sufrió una década después de ese calorín de agosto del 88 el mayor desastre ecológico de este país, que después de lo invertido en su recuperación se saca a concurso administrativo antes de la última campaña electoral la explotación de las minas de pirita y resulta concurso en litigio por prevaricación: las minas sin abrir y un pueblo con comedores sociales porque no hay trabajo.

Y El Cabrero cuidando cabras, porque no va a ser nunca borrego, y cantando.  Fandangos a la República, a Jesucristo pa cagarse de paso en los muertos de los hijos de la granputa, letras que llaman a las cosas por su nombre. Al sol y al viento. A la justicia de tierra y paz. A los que van diciendo por ahí

Por tangos.  



Y poesía por bulerías.


"La lluvia" de Borges. 

Por el mismo palo, "Vidala del nombrador" de Jaime Dávalos y "Luz de luna" de Álvaro Carrillo es la última actuación en Canal Sur de El Cabrero. Paco del Gastor  a la guitarra (inseparables desde el rodaje del documental). 








Y el documental premiado. Y, ¿vetado?

¡¿?!






Al padre de mi hijo.

La mirada adormilá,
 las barbas
 y el pelo largo...

¡SALUD, TRABAJO Y REPÚBLICA, COMPAÑERO!


http://www.el-cabrero.com/

domingo, 24 de abril de 2016

DE JUSTICIA CERVANTINA

Durante los últimos meses hemos podido escuchar o leer artículos y entrevistas, reseñas bibliográficas que han venido a formar un crisol de publicaciones con Cervantes como protagonista. Estudios o disquisiciones que abundan en el personaje siempre interesante y tan querido para los que se necesitaría otra vida o menos obligaciones para leerlas todas. 

Todo admisible e interesante, digo yo que sí. Pero en lo que he leído y escuchado como "nuevo", me atrevo a decir que se oculta una fuente prácticamente desconocida y que todos estos autores que se han acercado a Cervantes para aprovechar su "tirón" editorial en el 400 aniversario de su fallecimiento, la han tenido como referente. Y no la citan, claro.

Pero  Cervantes, entre la sátira y la ironía, mostró la más noble y sublime protesta contra la injusticia, y un acto de justicia sería la mayor gratificación a quien tan injustamente lo trató la vida. 

El primer acto de justicia vino de la editorial andaluza Almuzara cuando a finales de 2015 publicó una novela que se escribió en 1934, cuando escribir un libro era todavía el acto en el que radicaba el rasgo de distinción que separaba a los que dominaban la excelencia en el arte de la escritura literaria frente a los seres comunes que contribuían, en ese mito triangular de la prolongación del género humano, trayendo hijos al mundo y plantando un árbol porque se viviera en un entorno campestre. Hoy parece que es más fácil escribir un libro (por supuesto, editarlo) y buscar la perdurabilidad por la edición de algo y por las raíces de un árbol plantado por comunitaria labor para repoblar un bosque incendiado que tener un hijo, visto la ingente cantidad de escritores y escritoras que dicen tener "obra". Verdaderamente, lo más difícil, sacrificado y arriesgado en estos tiempos, es dejar tu obra magna por la descendencia genética.

Pues sí. Efectivamente, desde que me leí la novela en los días de vacaciones de Navidad, la he visto rodar por un montón de artículos y entrevistas. Así que es de justicia hablar de ella y de su autor.


De un alemán, Bruno Frank. 
UN HOMBRE LLAMADO CERVANTES  





Es lo mejor que se puede leer este año cervantino para con Cervantes, para con su autor alemán y para con una editorial que no sé si sobrevivirá a pesar de que ya es un referente cultural andaluz. Se cumple con ella con tres damnificados de muy diferentes épocas y circunstancias: Miguel de Cervantes (el inspirador), Bruno Frank (el autor) y Manuel Pimentel (el ex-ministro editor);  y de una forma grata, deliciosa y rica lectura, que es lo importante.

En Un hombre llamado Cervantes, Bruno Frank reconstruye a un personaje histórico abonado en vida para ser personaje principal  novelístico, Miguel de Cervantes. En una narración de corte histórico-biográfica dotada de aventura y expresividad, cuenta ágil y deleitablemente las aventuras y desventuras del estudiante de letras de Alcalá de Henares que se va a Roma a servir al Cardenal Acquaviva; luego soldado febril y temerario de Juan de Austria pero igual de amante de las letras en Lepanto; posterior prisionero de los turcos que sobrevive en Argel leyendo y escribiendo letras; que vuelve a su país pordioseando las secuelas físicas de sus hazañas y sus "pobres" letras; hasta que otra vez, preso en Sevilla, empieza a escribir El Quijote.

Recorriendo la crónica fascinante de la época, los lugares y personajes históricos y biográficos ligados a Cervantes, Frank nos muestra las huellas cervantinas como acicates de la suya propia como exiliado y héroe de fracasos. Por eso mismo esta novela respira vida. Y yo, en esta atalaya bloguera, me atrevo a decirles a todos estos autores que hoy firman ejemplare "cervantinos", que de ella han bebido para afirmar al "Cervantes" que firman.





Bruno Frank

Nacido en Stuttgart, murió  a los 58 años unas pocas semanas antes de terminar la II Guerra Mundial en Beverly Hills. En el exilio desde que Hitler mandara a quemar en Berlín, entre muchísimos otros, sus libros de ensayo, poemas o ficciones narrativas, que se pueden encontrar en mercado sobreviviente de viejo o esta novela que ya escribió en el exilio de California sintiéndose un Quijote cervantino de sueños de libertad y justicia aniquilados. 

Al día siguiente de esa famosa quema, Bruno Frank abandonó Alemania para no volver nunca. Primero anduvo por otros países de Europa hasta que recaló en California amparado por otros judíos que previamente siguieron la misma ruta, pero muy especialmente por su íntimo amigo Thomas Mann, que lo introduce en el gremio de escribas de guiones para Hollywood. Entre los créditos de El jorobado de Notre Dame (1939), Esmeralda, la zíngara (1939), La zarina (1945) o Cervantes (1967), lo encontramos. 

En esta novela que llama a Cervantes por su nombre, se palpa el autor en ese exilio interior y exterior como humanista en una Europa que se ha deshumanizado, el mismo sentimiento y la misma Europa de Reforma y Contrareforma que acompañó a Cervantes. Y en este sentimiento de desarraigo y fracaso heroico es donde Frank encuentra el universo cervantino para recrerar a Cervantes, para recrearse a él mismo y a la Europa fanática de Hitler con los ropajes de la de Felipe II.

No es por casualidad que en Alemania y en estos años de infortunio la figura de Cervantes cobrara la importancia que en su país natal aún no gozaba, y que el Quijote fuera más que un libro de parodia de los libros de caballerías y su héroe un jocoso, sabio loco aventuro de La Mancha. El gran idealista y "desfacedor de entuertos", se vuelve una figura emblemática para los intelectuales exiliados porque representa la azarosa e infortunada vida de toda esta gente que emprende la aventura del viaje forzoso y lleno de incertidumbres, se convierte por primera vez en la historia en el símbolo de la lucha por la libertad y la justicia. 


Bruno Frank es el otro caballero humanista del siglo XX, y por encontrar ese paralelismo entre las épocas y las vidas, comparando la limpieza de sangre del barroco con las pruebas de ascendencia aria exigidas por Hitler, con el sentimiento de ilusiones frustradas y desengaños propios, escribe a este hombre llamado Cervantes. 


En el año 1934 publicó Un hombre llamado Cervantes con un estilo narrativo exquisito, culto y erudito, digno de la dimensión de su protagonista. En ella el escritor alemán realiza una disección precisa del contexto histórico, las costumbres y las intrigas políticas del momento, dibujando con precisión los principales hechos históricos y el papel jugado por los personajes más importantes de la época. Una novela en la que no sólo cobran vida los personajes, sino también ciudades como Madrid, Roma o Argel, cuyas calles nos encontraremos recorriendo acompañando a Cervantes en sus aventuras y desventuras (las más).



Si yo escribiera una recreación biográfica de Cervantes, partiría de ese momento carcelario de felicidad tras el hallazgo del personaje Don Quijote. Lo anterior está escrito por Frank y así sería. La historia  del hombre que vive en la felicidad plena de la ficción que crea para vivir felizmente  y decir las verdades, para desfacerse de la vida y reírse a mandíbula con él mismo en su soledad con las mejores compañías y disparates verosímiles en la real paranoia; para hallar la sapiencia por lo pensado y vivido; para amar en el mito platónico del amor con la intensidad y poder de la mente que al cuerpo alcanza. Si Cervantes hubiera seguido siendo un desdichado en la última etapa de su vida, donde lo deja Bruno Frank, no se habría despedido tan felizmente de sus amigos como lo hizo en el prólogo de su obra póstuma,  Los trabajos de Persiles y Sigismunda, animosidad, sapiencia y dicha de vida que se rastrea en toda su obra, como en estos versos de La ilustre fregona. Se necesitaría otra vida para leer tanto y tanto tratado sobre Cervantes y su obra. Pero eso sería una vida muy aburrida. Yo la querría para reinventar esa vida feliz que le falta a Cervantes y convertir en risa tanto y tanto lamento cervantino, incluida su osamenta. Porque en sabiéndolo Constanza...



     ¿Quién de amor venturas halla?
          El que calla.
        ¿Quién triunfa de su aspereza?
          La firmeza.
        ¿Quién da alcance a su alegría?
          La porfía.
          Dese modo, bien podría
        esperar dichosa palma
        si en esta empresa mi alma
        calla, está firme y porfía.
             
        ¿Con quién se sustenta amor?
          Con favor.
        ¿Y con qué mengua su furia?
          Con la injuria.
        ¿Antes con desdenes crece?
          Desfallece.
          Claro en esto se parece
        que mi amor será inmortal,
        pues la causa de mi mal
        ni injuria ni favorece.
             
        Quien desespera, ¿qué espera?
          Muerte entera.
        Pues, ¿qué muerte el mal remedia?
          La que es media.
        Luego, ¿bien será morir?
          Mejor sufrir.
          Porque se suele decir,
        y esta verdad se reciba,
        que tras la tormenta esquiva
        suele la calma venir.
             
        ¿Descubriré mi pasión?
          En ocasión.
        ¿Y si jamás se me da?
          Sí hará.
        Llegará la muerte en tanto.
          Llegue a tanto
        tu limpia fe y esperanza,
        que, en sabiéndolo Costanza,
        convierta en risa tu llanto.


jueves, 14 de abril de 2016

DEL BESO Y DEL ARTE II


Estos días de Feria que vive la ciudad no son para que yo esté sentada delante del ordenador. Pero entre el trajín de sacar los trajes, probármelos para comprobar que encajan a la perfección, poner al día los abalorios con los que voy a aderezar la vestimenta flamenca y adornar la caseta con celebración cumpleañera en la pre-Feria incluida (amén del pan nuestro de cada día...), he rapiñado tiempo al Tiempo para dejar esto:




Como el calendario litúrgico es el que nos asiste en las celebraciones primaverales del Sur, nacer en Sevilla en abril es celebrarlo unos años con torrijas y pestiños, otros con tarta y chocolate, y otros con jamón y manzanilla. Y como este año ha tocado en los días de pre-Feria, tanto lo dulce como los salado: mi invitación blogosférica a un trozo de tarta feriante, o en la barra siempre habrá una de jamón con manzanilla para esta vida "sentada".  De ayer, hoy, mañana. Siempre...


 ¡Salú pa volver a celebrarlo!



Pero lo primordial de la entrada de hoy era dejar constancia de la celebración del 

II DÍA DEL BESO Y DEL ARTE 
en Rodmania

Cuando yo me enteré el año pasado de que el día 13 de abril se celebra el Día Internacional del Beso por un concurso que alardea de registrar el beso "campeón" por lo largo, y me pareció una pamplina tan gorda y una falta de respeto tan grande a los besos que los besos no merecen, que, en un intento de convertir la paja en oro, surgió a toro pasado esta celebración. Pero como todo se encaja en su sitio, me percaté de que entre el día del besuqueo ramplón y adocenado y el de mañana, El Día Mundial del Arte, justificado honrosamente por la efeméride que lo fija (el 15 de abril nació el genio de los genios, don Leonardo Da Vinci), quedaba libre este día puente (que también por la fecha podría haberse titulado Día de la República de los Besos con Arte...).

Así, entre el de ayer y el de mañana, encajo este homenaje a los besos más largos. A la auténtica perdurabilidad de los besoslos besos que se besan por la mirada (un mundo),  y están ahí, en la literatura, la escultura, la pintura, la fotografía o en el cine como expresión artística de ese gesto tan humano que requiere de la reciprocidad para expresar afecto máximo o amor y deseo sexual y que cumplen también la función de embelesarnos. (Por supuesto, están excluidos de la celebración los besos sociales y los ligeros e insustanciales con los que se trata hoy al beso en su término léxico y emoticonos, trivialidad que está poniendo en valor el Abrazo, los  Saludos y Recuerdos para las despedidas, porque expresan una gradación mucho más auténtica, sugerente, y por tanto, conmovedora).

De esta suerte, como una digna recomponenda y recompensa que LOS BESOS, en estos tiempos más que nunca merecen, se institucionaliza aquí este Día rascando de la memoria los asuntos que yo he ido tratando aquí. Así, como me van viniendo desde el recuerdo.




Los primeros besos que se dejan caer en esta edición vienen de un número 1, David Bowie, que se fue  a habitar en otra galaxia porque esta se le quedó chica. En una fotografía con un beso lleno de ternura, el del padre al hijo en un escenario cargado de belleza y simbología musical,


y con esta escena de Merry Christmas Mr. Lawrence (Nagisa Oshima-1983)que debería estar entre las antológicas de los besos del cine, y no tantas chorradas como muestran algunas selecciones. La he visto para la ocasión (magnífica) y podría decir que en esos besos heróicos-homoeróticos se simboliza todo el sentido de la película: aunque los besos son el único código cuyo significado, con todas las acepciones,  se comparte y se entiende por la humanidad entera, entre modelos culturales que chocan y en tiempos de guerra, son irreconciliables. ¡Bowie, bravísimo!





Un día, como no se me ocurriría nada que traer al blog, me serví de la imagen que adorna el fondo de mi escritorio y que es lo primero que veo cuando me siento delante de esta pantalla para tratar a Marc ChagallLeyendo sobre él y observando sus cuadros, vi el que inspiró el título de una grandísima película..., "El violinista en el tejado". Y ya de paso me recreé en el muestrario de besos que dejó el pintor bielorruso en sus cuadros. En todos ellos, con su impronta surrealista y colorista, se representa a él y a su esposa, y con ellos el inmenso amor de esta pareja. Este cuadro que añado es uno de los más representativos. Muestra ese amor loco, el que embriaga y hace volar hacia el final del principio o hacia el comienzo del final.  Se titula "El cumpleaños" pero es un brindis a la felicidad del matrimonio con Bella.




En París y en ausencia de su amada Chagall escribió: 

“Abría la ventana, y junto con Bella entraban en mi cuarto el azul de cielo, amor y flores. Vestida toda de blanco y de negro aparece desde hace ya tiempo en mis cuadros como guía de mi arte".



Por una exposición que visité y una película tan buena como desconocida, pasó por Rodmania   Edward Munch. Su tratamiento al beso y por ende al amor, a la vida en su conjunto, es muy distinto al anterior. Munch frecuentaba los temas relacionados con los sentimientos desde un punto de vista trágico, expresando la soledad, la muerte, la angustia o la desesperación desde las vanguardias pictóricas. En "El beso", dos cuerpos se abrazan intensamente, tan intensamente que parece que tiemblan y marcan vibraciones a su alrededor. El abrazo funde a los dos cuerpos cuyos rostros quedan sin identidad, toda diferenciación ha desaparecido. La tensión de esos cuerpos en ese beso sin límites nos muestran algo que ya se intuye trasciende al amor y al deseo: la fusión más allá de la corporeidad.  






Stanislaw Przybyswevski, primer biógrafo de Munch, lo describe bajo esta potente impresión lírica:


"Percibimos dos figuras humanas cuyos rostros se han fundido en uno solo. No es posible reconocer ninguna facción en particular. Todo lo que se ve es el lugar donde tiene lugar la fusión: tiene la forma de una oreja descomunal que quedó sorda con el pulsar de la sangre y se convirtió en un charco de carne líquida." 

Y aunque se conozca como "La mujer vampiro", E. Munch también tituló como "El beso" a este otro cuadro. También dos cuerpos surgen de la oscuridad pero esta vez con la mujer como dominadora de ese beso a la nuca de un hombre que se postra entre el miedo y el deseo.


Igualmente conmovedor y licuador... 



Era verano. Durante las horas tendidas de la playa, como un beso de luz me acordé de esta mujer, Mina Mancini. Reseñas y varios vídeos para referir la grandeza de esta voz y de esta mujer. La dejo con un beso precioso que le estampa Adriano Celentano a la gran  Mina guarecida en el pañuelo y el paraguas.




Quizás fue durante el rodaje de esta película, "Io bacio, tu baci", donde se aprende a conjugar el verbo "besar" en italiano mientras se baila, cuando se toma esta instantánea de "Besando bajo la lluvia".







Vino Orson Welles viendo bailar a unas estatuas. En un parque de la preciosa ciudad marroquí de Essaouira, escondido y bandalizado, hay un relieve de Welles que rememora el tiempo que pasó por allí el cineasta rodando Othelo. Traigo de su mano el beso a Desdémonas , el beso "velado" empañado por la confabulación.




Una obra maestra de un cineasta que, por llevar en las tablas de la memoria y la interpretación al inventor de lo humano, William Shakespeare, expresa en este beso la pasión asesina que conjura la muerte cuando no se escuchan las palabras. 






Bueno, últimamente me dio por lo ruso. Sí, esto de un blog es como el amor, que lo más intenso, lo que enamora hasta las trancas y los centros, llega sin buscarlo, dónde y cuándo menos te lo esperas... Cosas grandes por tamaño e importancia que nos ha dado la Madre Rusia. A todo ello le dedico " El beso" de Gustav Klim serigrafiado en una  matriuska.  




Es decir: un beso de pan de oro dentro de otro beso dorado panificado, dentro de otro pan de beso dorado... y así, hasta el beso más chico y  chispeante (por la levadura de la receta ancestral) como este:







Llegó, llegó un día en que los besos se sacudieron el polvo, y fue con el cine. El Séptimo Arte hizo que la expresión artística y la intimidad de la representación para lo amoroso, mostrara los besos tal cual son, en movimiento. Hay un antes y un después en los besos que pasa por el cine, a nivel didáctico, experimental, emocional y estético al mostrar la movilidad de órganos y músculos en la salvable disposición de narices y ojos.

Y lo siento por Marcel Proust, que escribiría lo más grande rastreando el olor de la magdalena pero que quedó a la altura de una babucha cuando dijo que:

"Para el beso, la nariz y los ojos están tan mal colocados 
como mal hechos los labios".

-- ¡HOMMMBRE, POR DIOS! ¿CÓMO VA A DECIR USTED ESO? Acaso; ¿dónde usted colocaría esos órganos de nuestra fisonomía de primates para hacerlos coincidir, sin el drible de la nariz, que es la emoción de claudicar la mirada al sentido de los labios? ¿Usted qué propone, rastrear en la evolución hasta la unicélula o avanzar el pensamiento hasta la "in-persona"? Vea, escuche su "sentencia de muerte" desde el pasado anfiobiótico, pasando por el  futuro en el arte de la colocación por el cortaypega de besos de cine encajados en su BSO, don Marcel. Y luego hablamos de la búsqueda de su tiempo perdido..., 
que pa to hay remedio...,
 Don Marcel!









Esa escena es el montaje de los besos apasionados del amor al cine, a la infancia, al enamoramiento, a la amistad y a la libertad. Una delicia que pasó por Rodmania de soslayo intencionado aderezando una entrada de desahogo por el amor a las cosas que hacemos (también me tendré que inventar el necesario y honorable Día de las Hostias sin manos, pero a manos llenas... Todo se andará). Y la BSO de Enio Morricone es, una vez más, el sistema neurológico de la película que activa el beso embriagado con el espectador, que besa la película entera. 

Y como volvió a pasar por Rodmania  cuando hablé de LOS OCHO ODIOSOS de Tarantino y por esta BSO ha ganado el Oscar (por fin), don Enio Morricone se lleva el Beso Premio´16 en su 
II edición de Rodmania. 

Porque sus BSO´s son obras orquestales de primera magnitud que recuerdan el sentimiento mítico de esas películas pero también pueden abandonar la senda del cine como ya andan, por sí solas. Sin duda no hubieran sido las mismas películas sin las partituras de Morricone. La de Tarantino, por supuesto, quizás una de las que más tenga que deber a la BSO, pero vino de su mano el premio y pasará a la historia como un obra de magna colaboración.

Ahí lo llevas, maestro!!! 





Y lo que son las cosas. El I Día del Beso y del Arte yo lo acompañé con una música de Morricone interpretada por la orquesta del francés Dominique Moisan. Porque se ve a mucha gente bailando con sus acordes, que suenan a BSO, y se las ve felices con la rutina y la teoría de unos pasos de baile. Y así será también hoy, porque las veo igual y nunca dejará de sonar a BSO. 

C'era una volta il West





Pero los besos no admiten ni la rutina, ni la teoría, ni los Días fijados, así que no sé si para la próxima edición habrá besos que rascar por la memoria de las cosas que traiga hasta entonces. Me imagino que sí, porque esto del blog tiene algo de atolondramiento, improvisación, riesgo y gusto (por lo menos para mí) y los besos son acciones también atolondradas, improvisadas y muy gustosas. Y si la cosa se da chunga, pues total, ¿hay pamplina más grande y de la que se pueda prescindir sin dejar rastro que ésta mía
 del DÍA DEL BESO Y DEL ARTE? 


Si las cosas se siembran como se siembra el trigo, alguna espiga sale, porque el trigo es de secano y agarra  donde se esparce la semilla al vuelo. Y este año la cosecha ha sido buena, así que como colofón de la fiesta de la cosecha, mi BESO DE ABRIL´16 como se bailan las sevillanas. Sintiendo su compás, el que se acompaña con las palmas sordas, por lentas y decir cosas. Las que admiten el lucimiento por el encaje de una improvisación flamenca que no entiende de pasos de academias. Las que se silencian en el drible de la cintura que guía al otro par de ojos. Las que se bailan por derecho y con paso corto. Todas las que canta Salmarina estarían en esa catalogación, porque estos dos sanluqueños invitan a besar lo que se baila besando por la mirada que escucha.








viernes, 1 de abril de 2016

A PROPÓSITO DE VARGAS LLOSA

Pensé en dedicarle la entrada de esta semana a Vargas Llosa con motivo de su 80 cumpleaños. Pero yo no tengo ganas ni tiempo de escribir sobre los robustos y vigorosos pilares en los que se sostienen los  espléndidos ochenta años del Nóbel: literatura, política y amor. Porque la celebración ha sido toda una jugosa conjunción de estos tres asientos y a todos ellos debería de referirse un comentario del festejo. Pero me hubiera salido algo largo en lo que me tendría que haber comido el tarro y, total, para qué... La idea la echó por tierra definitivamente una aparición. 

Recibía por wassap un mensaje con una imagen.

- Niña, mira el resucitado de Conil!!!!!!


Como todavía colea lo que dan de sí las procesiones de Semana Santa, esa imagen bien merece que yo le dedique un ratillo de ná.

Todos y todas conocemos y utilizamos la expresión "Estoy/está/estás hecho un Cristo" para referirnos a un estado físico lamentable que procede de la tradición cristiana, al trasladar el estado en que quedaría Jesús de Nazaret al llegar a la crucificción habiendo sido previamente azotado, apedreado, entronizado con una corona de espinas que hacía que ríos de sangre corrieran por su rostro, castigado a llevar a hombros la cruz y lanceado por Longinos antes de la expiración. "Estar hecho un cristo" es estar hecho misto  o hecho polvo, portar un cuerpo que pide tierra. 

Pero claro, Dios está hecho para los humanos, para su confort y desahogo, y se entiende, entonces, que los imagineros intenten trasladar ese "bien" a la vista de los feligreses. Como cada vez la imaginación hace menos y la vista más, es natural que los tallistas de ahora no busquen esa atracción hacia la divinidad para el bienestar común (o individual) en escuchumizaos ni esmirriaos cuyos modelos los encontrarían entre la tropa perroflautista. No, esos modelos para el "misticismo" del siglo XXI se hallan en los gimnasios, entre tíos cuadrados a base de machaque y de proteínas que puedan hacer deleitar de gozo divino a los feligreses. 

Pues bien, viendo, observando al Resucitado del pueblo gaditano de Conil, se puede entender que la nueva evangelización va por ese camino: atraer las miradas hacia lo irrefutable, hacia el cuerpo divino que nunca mereció que se lo comieran los gusanos porque se hizo el milagro de que, después de estar hecho un cristo, lo mismo sirviera para una procesión religiosa que para protagonizar una carroza del Día del Orgullo Gay. De un Jesucristo al que verdaderamente crees en su onmipotencia y en eso de "Pedid y se os dará...". 


Así es.


¿O no? Y ahora que no nos vengan con que hay que tener fe en lo invisible e intangible, en que lo que resucita es el espíritu y no el cuerpo. Pues que no pongan estos cuerpos macizos sobre andas simulando a uno que pasó por un martirio dando su vida por los mortales con la imagen de un mortal de Hombres-Mujeres y Viceversa(s).


Este Resucitado no merece menos que un acompañamiento musical caribeño como Dios manda... 




Total, a mí se me apareció este Cristo y a don Mario se le apareció la Virgen... Así que...


¡Felicidades, campeón!