martes, 13 de marzo de 2018

EL MODERNISMO


I. PRECEDENTES DEL MODERNISMO

A finales del siglo XIX se producen, fundamentalmente en Francia, distintos movimientos artísticos que van a desembocar en el Modernismo. El dominio de la prosa realista da paso a un furor lírico que busca un nuevo lenguaje literario. Estos movimientos son:

- LOS FILÓSOFOS DE LA SOSPECHA: Marx, Nietzsche y Freíd pone el valor el espíritu del hombre, caracterizado por el pesimismo y la incapacidad de ser feliz.

- EL DECADENTISMO: corriente artística, filosófica y, principalmente, literaria que tuvo su origen en Francia en las dos últimas décadas del siglo XIX en contra del sistema de la sociedad burguesa. Sus adscritos adoptan casi siempre a una forma de vida sensualista, hedonista, de excesos de diversa índole y abogan por una estética reaccionaria y elitista en la que el hombre decadente se margina y aísla. Son los llamados “Poetas malditos”, Baudelaier, Verlaine, Rimbaud, Mellarmé, los primeros en propugnar este arte a menudo encaminado a hacia una complacencia morbosa en los signos de la decadencia humana: la corrupción moral, la crueldad, la exaltación de la fuerza, la atracción por lo enfermizo, lo depravado. “Malditos” conocidos fueron Oscar Wilde (su obra El retrato de Dorian Gray resume a la perfección su visión de la existencia) y Edgar Allan Poe, uno de los máximos representantes del relato de misterio. El decadentismo influyó en la concepción de la poesía modernista española, especialmente visible en las Sonatas de Valle-Inclán (quizás nuestro escritor más próximo a al tópico del poeta maldito y bohemio) y en ciertos poemas de Manuel Machado.

-EL PARNASIANISMO: Movimiento creado por Leconte de Lisbe cuyo objetivo es la búsqueda de un lenguaje nuevo para la poesía. Estos autores se proponen crear un lenguaje aristocrático y elitista cuya máxima preocupación es la consecución de sensibilidad lírica a través del cromatismo y la musicalidad.

- EL SIMBOLISMO: desarrolla la teoría de las correspondencias lingüísticas y referenciales, por las cuales se desarrollan realidades nuevas. Baudelaire es el precursor de esta teoría de la correspondencia lingüística y del movimiento utilizando como principal mecanismo estético la sinestesia (la mezcla de elementos percibidos por distintos sentidos en una misma expresión). Junto con Baudelaire y sus libros más innovadores: Las flores del mal; Los pequeños poemas en prosa y Los paraísos artificiales, Arthur Rinbaud (Una temporada en el infierno, Alucinaciones) y Paul Verlaine (Los poetas malditos). El simbolismo pleno tiene a su máximo representante en Stéphane Mallarmé, poeta oscuro y esteticista (la sonoridad de las palabras cobra tanta importancia como su significado) con obras como Herodías, La siesta de un fauno o Divagaciones.

Con todos estos elementos surge el Modernismo, que superará la consideración de movimientos estético para ser un movimiento cultural global que afectará a todos los órdenes de la vida.

II. EL MODERNISMO

Fruto de estos antecedentes se desarrolla el arte modernista que rechachazó la expresión manida y la rutina estética. Desde sus inicios el Modernismo se va a desarrollar en dos tendencias:

. MODERNISMO PARNASIANO. Propugna el virtuosismo formal y poético, el escapismo espacial y temporal a culturas lejanas o del pasado mitológico, lo que tienen como consecuencia un léxico colorista y sensualista. La finalidad es crear un mundo poético alejado de lo cotidiano. Fruto de este deseo de evasión y gusto cosmopolita, el poeta se abre a otras culturas para utilizar de ellas los rasgos más exóticos. Se encuadran en esta corriente el primer Rubén Darío y precursor del movimiento, Francisco Villaespesa, Ricado Gil, Salvador Reina, Manuel Machado.

. MODERNISMO SIMBOLISTA. Su finalidad es la misma pero el escapismo se realiza a través de la conciencia, a través del mundo interior del poeta, por ello se sirve de los símbolos como recurso para crear una realidad distinta y distante fruto de la visión demiúrgico del poeta. Indiscutible es la influencia de Sigmund Freíd, para quien la conciencia es la otra parte del yo, tan auténtica y verdadera como la apariencia. Precursores, Baudelaire, Mellarmé y Verlaine, que se convierten en nuevos referentes líricos de los jóvenes poetas.

III. EL MODERNISMO EN ESPAÑA
Es el poeta chileno Rubén Darío el auténtico descubridor y  precursor del movimiento, que parte del terreno abonado europeo y de la lírica del poeta cubano José Martí y sus Versos sencillos para desarrollar su estética modernista. Para Martí la naturalidad no está reñida con el adorno. Así Darío recoge todo este sustrato junto con la influencia que Gustavo A. Bécquer aun ejercía en la lírica hispana. Su primer poemario, Azul (1888) tuvo gran difusión y repercusión entre los escritores españoles. Es una obra en la que se observa variedad de ritmos y metros. Los poemas se caracterizan por la elegancia y la sensualidad. Prosas profanas (1896) representa la plenitud del Modernismo parnasiano. Sorprende por la musicalidad de los versos, por el preciosismo, exotismo, fantasía refinada. El poeta evoluciona hacia una poesía más íntima y angustiada, más preocupada por los problemas del hombre (el amor, la muerte, el tiempo, el placer…) en Cantos de vida y esperanza (1905).

Seguidores del Darío modernista en España destacan Salvador Reina, Ricardo Gil y Manuel Rueda, aunque todos los escritores de este tiempo fueron modernistas. Juan Ramón Jiménez señaló que cuando él llegó a Madrid, modernistas eran Valle-Inclán, Baroja, Azorín, los Machado, Unamuno, todos estaban sometidos al nuevo concepto de “lo moderno”. Lo que va a caracterizar al movimiento en España es que cada autor va a asimilar de una forma distinta el nuevo estilo y adoptará una originalidad propia, por lo que cada autor se justifica por su propio concepto artístico.

En nuestras letras contamos como precedente del simbolismo con Gustavo Adolfo Bécquer, cuyo influjo en el modernismo hispano será notable, especialmente en poetas de la talla de Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado. La depuración del lenguaje poético y el tratamiento de la intimidad del poeta serán el sustrato del que parte la lírica hispana hasta asimilar la nueva estética modernista. Por eso en España el Modernismo que prospera es el de carácter simbólico más que el puramente estético. Antonio Machado, etiquetado como noventaiochista, descubre el símbolo y lo aplica en su obra Campos de Castilla. Castilla se convierte en el macrosímbolo del poeta.

Todos los escritores compartirán temáticas y métricas:

- La preocupación por el paso del tiempo está en Juan Ramón Jiménez, Unamuno, en Antonio Machado. En todos se trasluce el concepto del tiempo quevediano (el paso inexorable del tiempo y el final inevitable) y a partir de esta preocupación surgen otros temas como son la vida y la muerte, la historia o el deseo de capturar la belleza ante la fugacidad de la vida.

- El sueño como fórmula de escape vuelve a  presente en Antonio Machado, en Juan Ramón y en Unamuno, al tiempo que todos participan de preocupaciones como el desengaño o la soledad.

- La aparición del verso libre por influjo del norteamericano Walt Whitman.
Al margen de estas consideraciones generales merecen una mención especial aquellas obras puramente modernistas.

- Manuel Machado en su libro Alma, en el que está presente la influencia de Verlaine y consigue hacer elegante lo popular.

- Juan Ramón Jiménez en sus primeras obras: Nínfeas, Alma de violetas y Hojas muertas.

- Valle- Inclán en la poesía de Aromas de leyenda y en prosa sus cuatro Sonatas.

- Antonio Machado en su obra Galerías, soledades y otros poemas.
Por la trascendencia de sus obras y al no adscribirse éstas en su totalidad dentro de la corriente modernista sino conformar un corpus literario propio y genuino de cada autor, estos autores merecen ser desarrollados de forma monográfica.

Reseñar por último que el lenguaje generacional se refleja también el los prosistas y ensayistas que van a desarrollar la literatura de las ideas rechazando el barroquismo y apostando por el estilo natural. Este aspecto junto por el interés por el tema de España es lo que distinguirá a ese grupo de escritores calificados como noventayochistas: Miguel de Unamuno, Azorín, Pío Baroja y Antonio Machado para los que Azorín acuñará el término Generación del 98 y que englobaría al grupo de intelectuales españoles que adoptan una estética y una temática diferenciada de la modernista. Sin embargo, la crítica posterior ha superado la dicotomía Modernismo/98 al considerar que fueron más aspectos ideológicos e históricos (extraliterarios en cualquier caso) los que se tuvieron en cuenta a la hora de establecer las distinciones más que los criterios estéticos. Por lo que hay hay que considerar a la llamada Generación del 98 como al grupo de intelectuales que se incluyen dentro de un movimiento más amplio, el Modernismo.

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