I. PRECEDENTES DEL MODERNISMO
A finales del siglo XIX se producen,
fundamentalmente en Francia, distintos movimientos artísticos que van a
desembocar en el Modernismo. El dominio de la prosa realista da paso a un furor
lírico que busca un nuevo lenguaje literario. Estos movimientos son:
- LOS FILÓSOFOS DE LA SOSPECHA:
Marx, Nietzsche y Freíd pone el valor el espíritu del hombre, caracterizado por
el pesimismo y la incapacidad de ser feliz.
- EL DECADENTISMO: corriente
artística, filosófica y, principalmente, literaria que tuvo su origen en
Francia en las dos últimas décadas del siglo XIX en contra del sistema de la
sociedad burguesa. Sus adscritos adoptan casi siempre a una forma de vida
sensualista, hedonista, de excesos de diversa índole y abogan por una estética
reaccionaria y elitista en la que el hombre decadente se margina y aísla. Son
los llamados “Poetas malditos”, Baudelaier, Verlaine, Rimbaud, Mellarmé,
los primeros en propugnar este arte a menudo encaminado a hacia una
complacencia morbosa en los signos de la decadencia humana: la corrupción
moral, la crueldad, la exaltación de la fuerza, la atracción por lo enfermizo,
lo depravado. “Malditos” conocidos fueron Oscar Wilde (su obra El retrato de Dorian Gray resume a la
perfección su visión de la existencia) y Edgar Allan Poe, uno de los
máximos representantes del relato de misterio. El decadentismo influyó en la
concepción de la poesía modernista española, especialmente visible en las
Sonatas de Valle-Inclán (quizás nuestro escritor más próximo a al tópico del poeta maldito y bohemio) y en ciertos
poemas de Manuel Machado.
-EL PARNASIANISMO: Movimiento
creado por Leconte de Lisbe cuyo objetivo es la búsqueda de un lenguaje nuevo
para la poesía. Estos autores se proponen crear un lenguaje aristocrático y
elitista cuya máxima preocupación es la consecución de sensibilidad lírica a
través del cromatismo y la musicalidad.
- EL SIMBOLISMO: desarrolla
la teoría de las correspondencias lingüísticas y referenciales, por las cuales
se desarrollan realidades nuevas. Baudelaire es el precursor de esta teoría de
la correspondencia lingüística y del movimiento utilizando como principal
mecanismo estético la sinestesia (la mezcla de elementos percibidos por
distintos sentidos en una misma expresión). Junto con Baudelaire y sus libros
más innovadores: Las flores del mal; Los pequeños poemas en prosa y Los
paraísos artificiales, Arthur Rinbaud (Una temporada en el infierno,
Alucinaciones) y Paul Verlaine (Los poetas malditos). El simbolismo pleno tiene
a su máximo representante en Stéphane Mallarmé, poeta oscuro y esteticista (la
sonoridad de las palabras cobra tanta importancia como su significado) con obras
como Herodías, La siesta de un fauno o Divagaciones.
Con todos estos elementos surge el
Modernismo, que superará la consideración de movimientos estético para ser un
movimiento cultural global que afectará a todos los órdenes de la vida.
II. EL MODERNISMO
Fruto de estos antecedentes se
desarrolla el arte modernista que rechachazó la expresión manida y la rutina estética.
Desde sus inicios el Modernismo se va a desarrollar en dos tendencias:
. MODERNISMO PARNASIANO. Propugna el virtuosismo formal y poético, el escapismo espacial y
temporal a culturas lejanas o del pasado mitológico, lo que tienen como
consecuencia un léxico colorista y sensualista. La finalidad es crear un mundo
poético alejado de lo cotidiano. Fruto de este deseo de evasión y gusto
cosmopolita, el poeta se abre a otras culturas para utilizar de ellas los
rasgos más exóticos. Se encuadran en esta corriente el primer Rubén Darío y
precursor del movimiento, Francisco Villaespesa, Ricado Gil, Salvador Reina,
Manuel Machado.
. MODERNISMO SIMBOLISTA. Su finalidad es la misma pero el escapismo se realiza a través de la
conciencia, a través del mundo interior del poeta, por ello se sirve de los
símbolos como recurso para crear una realidad distinta y distante fruto de la
visión demiúrgico del poeta. Indiscutible es la influencia de Sigmund Freíd,
para quien la conciencia es la otra parte del yo, tan auténtica y verdadera
como la apariencia. Precursores, Baudelaire, Mellarmé y Verlaine, que se
convierten en nuevos referentes líricos de los jóvenes poetas.
III. EL MODERNISMO EN ESPAÑA
Es el poeta chileno Rubén Darío
el auténtico descubridor y precursor del
movimiento, que parte del terreno abonado europeo y de la lírica del poeta
cubano José Martí y sus Versos sencillos para
desarrollar su estética modernista. Para Martí la naturalidad no está reñida
con el adorno. Así Darío recoge todo este sustrato junto con la influencia que
Gustavo A. Bécquer aun ejercía en la lírica hispana. Su primer poemario, Azul (1888) tuvo gran difusión y
repercusión entre los escritores españoles. Es una obra en la que se observa
variedad de ritmos y metros. Los poemas se caracterizan por la elegancia y la
sensualidad. Prosas profanas
(1896) representa la plenitud del Modernismo parnasiano. Sorprende por la
musicalidad de los versos, por el preciosismo, exotismo, fantasía refinada. El
poeta evoluciona hacia una poesía más íntima y angustiada, más preocupada por
los problemas del hombre (el amor, la muerte, el tiempo, el placer…) en Cantos de vida y esperanza (1905).
Seguidores del Darío modernista en
España destacan Salvador Reina, Ricardo Gil y Manuel Rueda, aunque todos los
escritores de este tiempo fueron modernistas. Juan Ramón Jiménez señaló
que cuando él llegó a Madrid, modernistas eran Valle-Inclán, Baroja, Azorín,
los Machado, Unamuno, todos estaban sometidos al nuevo concepto de “lo
moderno”. Lo que va a caracterizar al movimiento en España es que cada autor va
a asimilar de una forma distinta el nuevo estilo y adoptará una originalidad
propia, por lo que cada autor se justifica por su propio concepto artístico.
En nuestras letras contamos como
precedente del simbolismo con Gustavo Adolfo Bécquer, cuyo influjo en el
modernismo hispano será notable, especialmente en poetas de la talla de Juan
Ramón Jiménez y Antonio Machado. La depuración del lenguaje poético y el
tratamiento de la intimidad del poeta serán el sustrato del que parte la lírica
hispana hasta asimilar la nueva estética modernista. Por eso en España el
Modernismo que prospera es el de carácter simbólico más que el puramente
estético. Antonio Machado, etiquetado como noventaiochista, descubre el símbolo
y lo aplica en su obra Campos de Castilla. Castilla se convierte en el
macrosímbolo del poeta.
Todos los escritores compartirán
temáticas y métricas:
- La preocupación por el paso del
tiempo está en Juan Ramón Jiménez, Unamuno, en Antonio Machado. En todos se
trasluce el concepto del tiempo quevediano (el paso inexorable del tiempo y el
final inevitable) y a partir de esta preocupación surgen otros temas como son
la vida y la muerte, la historia o el deseo de capturar la belleza ante la
fugacidad de la vida.
- El sueño como fórmula de escape
vuelve a presente en Antonio Machado, en
Juan Ramón y en Unamuno, al tiempo que todos participan de preocupaciones como
el desengaño o la soledad.
- La aparición del verso libre por
influjo del norteamericano Walt Whitman.
Al margen de estas consideraciones
generales merecen una mención especial aquellas obras puramente modernistas.
- Manuel Machado en su libro Alma, en el que
está presente la influencia de Verlaine y consigue hacer elegante lo popular.
- Juan Ramón Jiménez en sus primeras obras: Nínfeas,
Alma de violetas y Hojas muertas.
- Valle- Inclán en la poesía de Aromas de leyenda y en prosa sus cuatro Sonatas.
- Antonio Machado en su obra Galerías, soledades y
otros poemas.
Por la trascendencia de sus obras y al
no adscribirse éstas en su totalidad dentro de la corriente modernista sino
conformar un corpus literario propio y genuino de cada autor, estos autores
merecen ser desarrollados de forma monográfica.
Reseñar
por último que el lenguaje generacional se refleja también el los prosistas y
ensayistas que van a desarrollar la literatura de las ideas rechazando el
barroquismo y apostando por el estilo natural. Este aspecto junto por el
interés por el tema de España es lo que distinguirá a ese grupo de escritores
calificados como noventayochistas: Miguel de Unamuno, Azorín, Pío Baroja y
Antonio Machado para los que Azorín acuñará el término Generación del 98 y que englobaría al grupo de intelectuales españoles que adoptan una estética y una
temática diferenciada de la modernista. Sin embargo, la crítica posterior ha
superado la dicotomía Modernismo/98 al considerar que fueron más aspectos
ideológicos e históricos (extraliterarios en cualquier caso) los que se
tuvieron en cuenta a la hora de establecer las distinciones más que los
criterios estéticos. Por lo que hay hay que considerar a la llamada Generación
del 98 como al grupo de intelectuales que se incluyen dentro de un movimiento
más amplio, el Modernismo.
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