sábado, 28 de mayo de 2016

JAPÓN, UN APELLIDO ANDALUZ



Es cierto que somos jugadores de las cartas de nuestro destino, pero hay cosas que están en el designio de las estrellas o más certeramente en el arte de la carambola que se deja hacer. Cada año cuando registro las peticiones siento que he barajado las cartas a conciencia y que las deposito para que las juegue el destino en el terreno de la fortuna con la premisa del "vaya usted a saber".


En los últimos años de amortizaciones de plazas por aumento de carga horaria y recortes, el destino terminó la partida donde la empezamos: "te quedas en el mismo lugar", pero esta vez ha jugado una partida ganadora porque las variables son tantas que es muy difícil que te favorezca en todos los parámetros juntos: distancia, localidad, centro y vínculos personales. Cuando salió la plaza provisional puse en la portada a este samurai como talismán de un sol naciente que atrajera la consolidación del designio hasta que se confirmara como definitiva la provisionalidad. Y como así ha sido, esta entrada era un compromiso adquirido con este personaje, el samurai de Coria del Río, mi próximo destino.


Podría ir en lancha motora de embarcadero a embarcadero bordeando la misma orilla del Guadalquivir a esta localidad ubicada en la frontera entre el Aljarafe y las Marismas, recorriendo la arteria fluvial por la que llegaron los fenicios que la nombraron Kavra (cerro), que se consolidó en época cartaginesa y romana por su actividad comercial y pesquera, añadiendo la alfarera en época musulmana, actividades que aun hoy día perduran. Cuando se conquista para la cristiandad, se repuebla con catalanes por cuestiones de herencia ¿?, y para rematar este crisol de culturas no se puede olvidar la curiosa y relevante presencia de la nipona. Ya digo, botes de alegría y celebraciones he dado por este destino tan cercano y mestizo dejando atrás uno tan distante y endogámico de culturas que nunca llegarán a fundirse. 


La huella romana en la latinización del topónimo y las ruinas de la antigua villa que están en el cerro donde se alza el centro al que he sido adscrita; la musulmana en los hornos que hoy siguen dando ladrillos tradicionales y en el diseño de la vivienda de Blas Infante, La Casa de la Alegría, donde vivió con su familia hasta su detención y fusilamiento en 1936, una casa que hoy es baluarte del sentimiento andalucista que arraigó en este pueblo y que por eso lo gobiernan los únicos compañeros que, aunque sin unas siglas que llevarse a la boca, sobrevivieron al proyecto político que sembró Infante por sus destinos laborales. El traslado también me conduce al reencuentro con esta gente admirable por su vocación de servicio público honesto, gestión eficaz y capacidad de resistencia. Junto a esto, los albures en adobo, la feria de septiembre y su hermandad señera en la romería del Rocío, hay que mencionar la huella nipona que se rastrea en la historia de un apellido, un nombre de pila que se transmitió de padres a hijos y que encontraré entre los listados de mis próximos alumnos y alumnas:


 Japón.


Hay que buscar su origen en la escala que hace en Coria del Río el samurai Hasekura Rokuemon Tsunenaga (支倉六右衛門常長) en misión diplomática al servicio del señor de Sendai, Date Masamune,  cuya finalidad era sellar un acuerdo comercial con la corona española que posibilitara las transacciones entre la isla del Pacífico y Las Américas. Después de haber recorrido el Pacífico  y el Atlántico desde Nueva España, en 1614 Hasekura penetra en en la Península por Sanlúcar de Barrameda  y recala en estas orillas del Guagalquivir junto con unos doscientos hombres. Antes de seguir la ruta terrestre de Sevilla a Madrid, con necesidad de repostar y descansar del largísimo viaje, se asientan más de lo previsto en Coria.





El tiempo necesario para que partiera de este puerto fluvial bautizado como Felipe Francisco de Fachicura y su tripulación dejara la estela de una prole de ojos rasgados. El enclave invitó al descanso de estos hombres que se entregaron a la pesca de albures y a dejar constancia de que los japoneses de entonces no eran tan raros como los de ahora, cuyo desinterés por el sexo preocupa al gobierno nipón.  


Entonces esto no era así, por lo que la escala, además de generosa fue muy fértil. Las corianas tuvieron a sus niños y niñas y como sus padres tenían nombres tan raros, imposibles de pronunciar y mucho menos escribir, los inscribieron en las partidas bautismales con el sobrenombre de Japón para hacer constar que no eran de cualquier parroquiano ribereño. Sino de seres muy singulares:






Total, que así es cómo en este pueblo hay hoy en día unos setecientos vecinos y vecinas que llevan este apellido formando parte de su historia.

Pero a pesar de la pasión con la que Japón trata desde hace tiempo a lo español y más concretamente al arte flamenco, este hecho era desconocido para el pueblo japonés, hasta que en 1989 el Ayuntamiento de Sevilla remitió a Sendai una de las cartas que trajera Hasekura y explicó el caso de los descendientes de los japoneses de Coria del Río. Los japoneses vieron el cielo abierto al sentir que tienen en este Sur que tanto admiran una casa, y con su peculiar estilo reverencial se dejaron caer por aquí para estrechar lazos de hermanamiento que cada vez son más estrechos y bilaterales. 






La misión que no pudo llevar a cabo el samurai Haseruka al no culminar con éxito el encuentro con Felipe III, que se niega al acuerdo debido a la represión que tenían los cristianos en la isla y que se ve también frustrada después del intento de tratar directamente el asunto con Pablo V en el Vaticano, resultó triunfante cuatro siglos después.


Para demostrar que esta historia es cierta, el Ministerio de Ciencia del país asiático financió un estudio de ADN para cotejar si quedan trazas genéticas que vinculen a algunos corianos que tengan el apellido Japón con los japoneses del noroeste del archipiélago, ya que de allí procedían Tsunenaga y sus hombres. Los científicos japoneses se desplazaron a éste que ya es mi pueblo para el experimento, que dio positivo, claro está.

La última visita ilustre es la de un descendiente de Hasekura al que el pueblo recibió entre honores. El hombre parece que desembarcó en Coria para responder de las paternidades que dejaron los expedicionarios que acompañaron a su antepasado y dar la cara por ellos. Aquí está el tío.




Este navegante samurai que preside la cabecera de Rodmania inspiró a un hispano-argentino maestro de la flauta shakuhachi japonesa el álbum “The Road of Hasekura Tsunenaga”. Sinceramente, es insufrible. Así que yo prefiero a los niños y niñas de Coria del Río cantando en japonés e irme familiarizando con esta prole. 









3 comentarios:

  1. El blog es muy interesante pero hay imagenes que fallan y estaria bien que hablases de politica ya que estan cerca las elecciones

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    1. Nicoooo!!!! Qué guay que hayas venido a Rodmania, tu casa en la blogo. ¿Las fotos están mal? Pues no sé, hijo, yo las veo bien. ¿Que qué? ¿Que hable de política? Y qué más quieres escuchar, te parecerá poco el debate perpetuo que nos rodea. Ojú, es que hay temas como la política, el fútbol o la religión que hoy por hoy solo los puedo abordar con la catana en la boca. Nunca me imaginé que vería a estas alturas de mi vida la vuelta a la sinrazón con esta magnitud y extensión.
      Lo maravilloso es tener tan cerca a los que vi crecer en el pupitre con interés. Nos vemos, Nico.

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