viernes, 15 de julio de 2016

EL PADRINAZGO DE CORLEONE II

[...]
Oh, il Sud è stanco di trascinare morti 
in riva alle paludi di malaria,
è stanco di solitudine, stanco di catene,
è stanco nella sua bocca 
delle bestemmie di tutte le razze 
che hanno urlato morte con l’eco dei suoi pozzi, 
che hanno bevuto il sangue del suo cuore.
 [...].

De "Lamento per il sud". Salvatore Cuasimodo

Oh, el Sur está cansado de arrastrar muertos
a la orilla de las ciénagas de malaria,
está cansado de soledad, cansado de cadenas,
está cansado en su boca
de las blasfemias de todas las razas
que han gritado muerte con el eco de sus pozos, 
que han bebido la sangre de su corazón.

Leyendo el poema "Lamento por el sur" del siciliano Salvatore Cuasimono, Nobel de Literatura (1959),  se viene a la mente la sentencia de su paisano isleño, Leonardo Sciascia: 


"Los tiempos felices en la humanidad 
son las páginas vacías de la historia".


Y es que, por mucho que las mentes y los espíritus que sirven a los ideales optimistas y recreen en el ocio episodios que redimen y reconcilian al género humano con su pasado incluso ficcional (el caso de mi propuesta en la anterior entrada en la que don Vito Corleone brindaba en su pueblo siciliano con un vino libre de mafia), cuando se enfoca a la realidad o la realidad te sacude se te caen los palos del sombrajo y no tienes más remedio que asentir al juicio del narrador siciliano, un hombre que se quedó en la isla para enseñarnos las vísceras de su tierra como Cuasimodo nos muestra las del yo lírico con la misma atadura y consonancia. 

Narración y Poesía nos colocan en el lugar de la tragedia, de la desilusión y de la frustración de los que se quedaron en la isla mientras ya triunfaban todos los que brillaron en América como actores, músicos, deportistas, políticos e intelectuales, o gente común de las que sus noticias no llegarían por el papel couché. La nómina es larga, y entre ellos el mismo Coppola o estos dos figuras de origen siciliano para quienes ya la isla habría pasado a ser recuerdo de  las raíces nostálgicas y folclóricas de sus progenitores.



Los veranos son tiempos de compatibilidades de recreo y telediarios, por eso, además de para escuchar las secuelas italianas de Sinatra y Marti, también para recuperar a Leonardo Sciascia y reivindicar, de paso,  su valentía. 

Enraizado en el terruño del interior de Sicilia y en la lava petrificada del Etna, nadie como el siciliano supo transmitir la profundidad de la realidad de su tierra porque creció con ella y la hizo literatura visionaria. Lo que están viviendo en las costas de la isla viene a corroborar la esencia de mafia tal como la interpreta Sciascia. Para él la Honorata Societá no era únicamente las operaciones criminales y extorsionadoras que uno ve en las películas con el máximo realismo, crudeza o estética romántica, también lo era todo ese cuerpo abstracto y soterrado vinculado a la corrupción del Estado, capos y a la gente del pueblo que se ha amamantado con el sistema cuya ética es el "todo vale". Tan cual lo es hoy, tiempos en los que la mafia no es patrimonio de Sicilia, y aunque en este mundo globalizado las mafias tienes apellidos oriundos de nacionalidades y etnias, sus tentáculos se entrelazan internacionalmente porque las une su fundamento: el lucro despiadado y desprovisto de las mínimas dosis de ética. 

Si uno-a ve este documento cinematográfico basado en el relato de Sciascia Il lungo viagio,  incluido en la obra  Il mare colore del vino, siente que el progreso económico, técnico y científico ya tiene color o se imprime o filma en 3D, pero en el mismo blanco y negro de la moral de las "honorables sociedades" que acogen y en las miserables sociedades que trafican.



Spoiler: En él el escritor italiano relata la historia de un grupo de humildes campesinos de Sicilia que, después de vender todas sus pertenencias, son recogidos en una playa desierta por el barco de un tal señor Melfa que los va a llevar a la soñada América donde esperan encontrar una vida mejor que les permita hacerse ricos y regresar con los “billetes metidos sin cuidado en los bolsillos del pantalón, sacados a puñados”, como vieron hacer a los parientes que regresaron de allí con la barriga llena y las mejillas rojas y bien lustrosas. El barco llega y, ya en él, los campesinos sicilianos se internan en el mar mirando con temor al horizonte y con melancolía la isla que abandonan, quién sabe si para siempre. Por las noches, miran las estrellas que les recuerdan a las de su isla, y ni el miedo ni la incertidumbre les puede más que el deseo de prosperar y las ganas de huir del hambre. Por fin, una noche, el capitán del barco les dice que se preparen, que están llegando a Estados Unidos. Cuando desembarcan descubran con sorpresa que están en la misma isla que dejaron hace días y no en el país al que querían llegar y para lo que pagaron una elevada suma al capitán del barco, que ya ha desaparecido.


LA MAFIA DE LAS MIGRACIONES






Costas y puerto de Siracusa, tierra natal de Cuasimodo.



Sciascia escribió de su amada Sicilia inaugurando la exploración profunda de la mafia en la literatura de una manera en la que destacó sus aspectos negativos y positivos verazmente por incluir y tratar en sus obras la exploración profunda de la Mafia, insisto, no sólo como una entidad concreta, sino trascendiendo desde lo local siciliano a la idea de corrupción aplicable en todas partes para escribir sobre las preocupaciones éticas y morales de la sociedad. Más tarde la eligió para escribir sólo de asuntos contemporáneos, como el asesinato de Aldo Moro.Por su trabajo, Sciascia fue proclamado un gran crítico de Italia y de la sociedad moderna, del ineficiente y corrupto sistema de la justicia y de la Iglesia que encontró en el escritor a uno de sus críticos más letales, al que no pudo enfrentarse ni defenderse,  sólo escribirlo y retirarse.



Leonardo Sciascia

Sciascia se quedó en la isla, "Un pueblo indeciblemente triste al que estoy ligado por trabajo y también por afecto”, mezcla de desencanto y orgullo que inspiraron cientos de tramas erigidas sobre autos judiciales, atestados policiales, viejas leyendas y corruptelas varias, sin renunciar a la verdad sabedor de las palabras mayores sobre las que escribía. 

La mafia como protagonista y antagonista que trasciende hasta la mafia de hoy más allá de sus nacionalidades o etnias, la de las barcazas abarrotadas de emigrantes/ refugiados, la mafia que sale a flote por los que llegan a las orillas vivos o arrojados por las mareas a las playas, la mafia que transita por los pasillos tierra de nadie entre Turquía, Siria, Afganistán o desde la pobreza y las guerras de África. Las mafias sin nombre propio que empeñan a los pasajeros en los lugares de orígenes, y contraen ganancias con las mafias de los puertos de destino en donde muy legalmente se fabrican chalecos salvavidas y zodiaks de ínfima calidad y cuyos asalariados esperan en los puertos para vender botellas de agua, bocadillos, tarjetas de móviles o ropa de abrigo a precios “mafiosus” (término que en el dialecto siciliano se utiliza cotidianamente para expresar que el producto tiene un precio desorbitado y abusivo). Por eso el cortometraje Il lungo viagio es un documento intemporal.


Hoy es un día triste y quizás tendremos que decir que todos somos culpables, que Occidente maltrató por intereses a estos pueblos que desembarcan para vivir mejor o para que algunos de sus descendientes nos hagan la vida imposible, porque donde no se crece con las palabras libertad, democracia y derecho o estas palabras se manipularon y violaron mafiosamente hasta perder el sentido, hasta beber vino libre de mafia de Sicilia es invertir una cuota en la mafia que surgirá mañana si solo se busca calmar el hambre de estómago. 

Aun así, la mafia y la tristeza del día por lo ocurrido en otra ciudad del Mediterráneo se liberan por este viaje individual con cosas halagüeñas como estas. La reciente muerte del último gran capo de la mafia siciliana, Bernardo El Provenzano, por cuyos crímenes la sociedad italiana reaccionó y pidió justicia como no lo había hecho antes tras los asesinatos del juez Falcone, su esposa y cinco de sus escoltas, y estas  dos películas basadas en textos de Sciascia, ambas de Elio Petri, A ciascuno il suo (1967) y Todo modo (1976), que las dejo para el otoño porque las condiciones de conectividad no favorecen ni a mí me van a perdonar en otoño las horas de sol y playa cedidas a Rodmania, pero son prometedoras por los textos en los que se basan, los intérpretes y sus bandas sonoras. Y el brindis idealista con ese vino rosso de Corleone que le ofrecía a don Vito en la anterior entrada, definitivamente con y para todos los "patrocinadores" que salen en esta entrada de realidades líricas, narrativas, fílmicas, y barcazas, aunque fuera más feliz aquel con Brando-Corleone por eso de que, "Los tiempos felices en la humanidad son las páginas vacías de la historia". 











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