lunes, 25 de julio de 2016

FINO AL GIRO

No quiero entrar en la fase del cheking sin dejar la última entrada que cierre este viaje sin maleta y que siempre recordaré como el inicio del embarque a Sicilia mes y pico antes de picar el billete. Cuando a la vuelta la isla se quede en las fotos y en los recuerdos, no podré desatar de la experiencia viajera estos ratos de julio que he pasado con la vista entre el teclado y la pantalla sobrevolando el destino sin guía, sin planificación previa y sin escalas previstas que solo al rematar esta colección puedo decir que han sido siete. 

La satisfacción y la gratitud que me llevo con la elaboración de este periplo previo y en solitario nunca se podría comparar con las experiencias de viajes que se comparten en las redes sociales y foros al recalar en la vuelta para exaltar o desdeñar lo visto o lo vivido en el destino, recomendar o desaconsejar propuestas de las guías de viaje, alojamientos o servicios, ni me mostraría más a mí misma compartiendo una ristra de fotos en los lugares visitados que por estas revelaciones que he ido dejando escritas descubriendo y horadando en la información hasta hacerla mía en cada texto. 

Ninguno de los pocos que nos hemos reunido para embarcar somos turistas agonías de horarios y rutas, por eso somos conscientes de que se nos quedarán muchas cosas por ver en la isla. Pues lo mismo ha pasado en Rodmania, absolutamente liberada de la fatiga de absorber tantos nombres, patrimonio o historias de Sicilia que podrían haber sido motivo de esta colección de entradas y que si no lo han sido es porque no se mostraron en el "chas" primero, en la irremplazable seducción espontánea que se deja llevar sin orientación previa. 

Pero al menos nombrarlos para que consten a vuela pluma aceptando la invitación de tratar a algunos en otro momento: Arquímedes de Siracusa, Empédocles de Arigento, Píndaro y Teócrito, Giuseppe Tomasi di Lampedusa, Luigi Pirandello; los libros de viaje de Stendhal y Goethe en los que Sicilia se escribe con la admiración de la maestría literaria; las pinturas que la isla inspiró a Caravaggio y Van Diyck. El Etna con sus erupciones mitología de Polifemo  y las históricas de destrucciones y reconstrucciones que han marcado a la isla y a sus habitantes. La Sicilia escenario de películas tan importantes que se considera como "Isla de cine" y que en nuestro imaginario exista un lugar por el que ya transitamos. Muchos nos brindaron ese viaje cinéfilo por las localizaciones, historias y personajes. Verdaderamente hemos recorrido las plazas, calles y playas de las pequeñas localidades sicilianas en las que Tornatore rueda su Cimema Paradiso; por Rossellini ascendimos al volcán y sentimos la asfixia de las fumarolas  en la desesperada huida de Ingrid Bergman en Stromboli; y por Visconti compartimos su dicotomía radical de los dramas de clase, en Aci Trezza la del comunista que se proyecta en ese joven pescador inconformista dispuesto a enfrentarse a la explotación y al inmovilismo conformista de sus paisanos para  La terra trema, y en la Villa Boscogrande y El Palazzo Valguarnera-Gangi en la Piazza Croce dei VesprieVisconti saca a relucir su cuna con el sentimiento que recorre  la lágrima el rostro de Burt Lancaster, el de la nostalgia y la decadencia del príncipe de Salina que se apodera ante el espejo del paso del tiempo y de la exultante plenitud de Cardinale y Delon en el vals del salón del palacio: Il Gattopardo. La Sicilia de El Padrino, que precisamente no se localiza en Corleone, Coppola encuentra en Forza d´Agro y Sauvoca, pueblos muy cerca de Taormina, los escenarios a los que vuelve don Vito de vacaciones o a casar a su hijo. Etc, etc...

Dejo para otra ocasión hablar de la voz que se quedó en la isla para cantar a los otros pobres y a los miserables, a los que no se atrevieron a hacer l´Amércia para hacer L´Sicilia, la de una mujer que he conocido en este recorrido, la de Rosa Balistreti, sin dejar de mencionar la de Salvatore Adamo que se crió como hijo de emigrantes sicilianos en Bélgica y cantó a los jóvenes de los 60 que bailaban con las manos en la cintura y pedían mechones de pelo a las chicas como recuerdo de un amor. Tampoco hubo tiempo para el compositor de Catania, Vincenzo Bellini y sus óperas. Etc, etc, etc...

Y de entre tantos, el elegido para despedir este recorrido ha sido un natural de Catania, Franco Battiato; como siempre escuché con tanta devoción y deseos de entender sus letras, quizás me haya tomado al pie de la letra esa canción sobre un poema de su colaborador  Manlio Sgalambro que dice: 




Battiato se nos presentó en los 80 con unos álbumes en español en los que recopilaba los temas que ya habían sido éxito en Italia. Buceábamos por sus letras poéticas, nihilistas, apocalípticas, pacifistas, físicas y metafísicas y las terminábamos cantando y bailando las hubiéramos entendido o no, compartidos o no sus cúmulos de contradicciones.  Y en este verano  en el que ya abandoné la búsqueda del centro de gravedad permanente para que no varíe más lo que pienso de las cosas y de la gente porque es un imposible la posición y el eje unívoco en la mayoría de las cosas y gentes; en el que he convivido con esa Povera Patria que canta Battiato; cuando se piensa y se vive el amor como en esas Estaciones espacio-temporales o como ese sentimiento popular que nace de mecánicas divinas; cuando ya Rodmania es ya un ángulo nómada de la tranquilidad entre la monotonía de los días que pasan; me recuentro con Franco Battiato aceptando la invitación por partida doble: la del viaje a ese lugar que tanto se parece a mí y la de la danza por todos los ritmos tribales y orquestales, haciéndome dos preguntas:


¿Hubiera sido esta canción hoy un trending topic y tendría posibilidad este vídeo? 

¿En qué puerto ondea la bandera blanca?  




¡ARRIVEDERCI!


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