lunes, 11 de julio de 2016

EL PADRINAZGO DE CORLEONE I

Sicilia, como otros "sures" de la cuenca del Mediterráneo, fue región de extrema pobreza, y como toda zona víctima de la falta de inversiones y atención que va a engrosar los índices de la segunda o tercera velocidad de desarrollo con respecto a las próximas, es más vulnerable a las cicatrices que dejan los períodos de crisis, durante los cuales, muchos de sus moradores, como remedio in extremis, se atreven a poner tierra, mares  u océanos de por medio en busca de un futuro más prometedor. 



En Italia, sobre todo en el sur y más particularmente en Sicilia, desde que Américo Vespucio le puso nombre al continente (1507) y Giovanni da Verrazzno se convirtiera en  el primer explorador europeo que cruzó el puerto de la actual Nueva York buscando un paso hacia la India (1528), oleadas de emigrantes se sucederán en los puertos americanos. Desde que la isla fuera despensa de Roma, su economía se sostuvo en la agricultura bajo los mismo patrones del feudalismo medieval hasta más allá de la reunificación de Italia. Las grandes extensiones de tierra pasaron de los señores feudales a manos de la Iglesia y la aristocracia y todos estos propietarios compartían la secular tradición de invertir los réditos de las explotaciones agrícolas en la adquisición de bienes  antes que en invertir en la mejora de los cultivos para aumentar sus rendimientos y la mejora de las condiciones laborales. 

Como los campesinos, arrieros, cabreros, molineros o panaderos de la isla  solo se tenían a ellos mismos, se inventaron un sistema de autoprotección familiar contra los abusos de los terratenientes para mitigar las injusticias de autoridades y dueños de turno de los latifundios, a lo que llamarían MAFIA. Poco a poco, y como la isla estaba dejada por la mano de dios de todos los gobiernos, a través de prácticas delictivas, estos grupos "heredaron" los latifundios". Pero habría sicilianos más tontos  y otros que no tenían ni un pelo te tontos, y los primeros no tendrían tantas habilidades sociales para los favores, pues estos avisados de la mafia se vistieron con los mismos ropajes que los anteriores dueños de las tierras y si no eras de la familia fetén, pues a tomar por saco.

Fueron estas circunstancias las que arrastró a salir con lo puesto a una masa de campesinado siciliano en diferentes oleadas con los ojos puestos en la amplitud del mar y el pensamiento ilusionado  en hacer  l´América a lo ancho y a los largo.





Las oleadas más numerosas hacia EEUU se dieron entre 1900 y 1925 y a partir de entonces se conforma  la comunidad siciliana como un subgrupo dentro de la italoamericana en ciudades principales, y como allí los que llegaban también se encontraron desprotegidos, entre la tarantela, el bruccellato, los cannoli siciliani y la caponata  sacaron también del petate la ancestral costumbre de los negocios familiares dando lugar a lo que se conoce como La Cosa Nostra, que en el caldo de cultivo del cínico sistema de favores y recompensas en un medio con mucha proyección y pasta, encuentra el terreno ideal para prodigar el lucro con transacciones ilegales y el blanqueo a través de negocios de lo más saludables. 


Una de las primeras familias de mafiosos de EEUU


Por el morbo que suscita todo lo poderoso y oscuro, a través de la literatura, pero sobre por todo el cine,  conocimos el sistema  con historias de gánsteres y capos. Pero de entre toda la vasta filmografía sobresale una película que convirtió a la clase mafiosa en un mito y a sus personajes e historias en referentes que traspasaron la ficción de la novela de Mario Puzo a la real tangibilidad en el imaginario colectivo por la maestría de Francis Ford Coppola que la coloca en el pódium de la historia del cine y Vito Corleone sustituyó a Al Capone como estereotipo del capo italoamericano gracias a la poderosa interpretación de Marlon Brando.

Realismo e idealismo es una dicotomía por la que se identifica el tratamiento del género por los autores (como en el western), y la película de Coppola es un modelo de combinación de dosis perfectas de romanticismo y pragmatismo, y de idealismo y naturalismo ético y estético, y en las entrañas del guión de El Padrino se encuentra la frase de don Vito Corleone en la que se asienta la propuesta de esta entrada.

Entre toda la dosis de violencia, mugre y putrefacción, el espíritu romántico y a la vez pragmático de Corleone se hace evidente cuando Marlon Brando dice a los muchachos que lo de la cosa de las drogas se lo dejasen a los animales, refiriéndose a los negros.

El capo con esa propuesta registra esa porción de romanticismo y pragmatismo impensable (amén del evidente racismo) en la filosofía de los negocios mafiosos. Pero por estas paradojas y la seductora y fina línea entre el bien y del mal, y la de la ética y la estética, igualmente seductora, de la pose mafiosa, El Padrino, Vito Corleone, es en el imaginario un ente épico real y con esta frase sacada del guión de la película intento ensanchar los horizontes del mito del cine y del topónimo de una pequeña ciudad siciliana. 





Resulta que en la ciudad de Corleone (Sicilia) hay un padrino de “animales”, de negros.  Si  don Vito levantara la cabeza, vería cómo el estado de derecho confiscó hace veinticuatro años las tierras que dejó atrás para sus parientes y con las oleadas de inmigrantes y refugiados que llegan a las costas sicilianas poner en marchas un proyecto inédito y esperanzador. Con fondos europeos, las administraciones y cooperantes de Sicilia desarrollan el PROYECTO DRAGO (Development Resources Agricultural Growth Organic). Tras proporcionar asilo a los inmigrantes, reciben formación para cultivar estas tierras y a través de cooperativas producir, aceite, cereal, vino o verduras, en cuyos etiquetados se imprime  “libres de mafia”. Junto al techo y a la comida, reciben 600 euros mensuales. 



Si don Vito levantara la cabeza y viera las tierras que dejó para que la familia oriunda se las cuidase están sembradas de viñedos que hoy producen vino rosso etiquetado con la frase “libre de mafia”, ¿mandaría a sus descendientes isleños a invadir esos cultivos con cabras, como hacen los habitantes de Corleone que siguen vinculados a la Cosa Nostra en un intento de hacer valer su “derecho” de propiedad marcando el territorio con la sisa de los cultivos que ingieren los herbívoros y la estela de su tránsito intestinal? ¡Qué mamarrachos! ¿O volvería a decir:


 “dejad eso para los negros?

Yo nunca voy a traicionar a mi romanticismo, así que se conoce mi idílica respuesta.

Los negros que viven y cultivan las tierra de Corleone no tienen ni idea de quién era Toto Riina ni nunca oyeron hablar de Bernardo El Provenzano, pero todos conocen a don Vito y Plácido Rizzoto, el nombre de la marca del vino rosso en honor al sindicalista que defendió la causa de los campesinos contra la mafia, que fue secuestrado, asesinado y desmembrado en 1948.



¿Cómo se quedaría don Vito Corleone al entrar en la tierra de sus ancestros? Se encontraría, además de con los senegaleses, malienses, ghanienses en sus fincas, con una piara de turistas que hacen caso a las guías de viajes y acuden a esta ciudad ávidos de fotografiarse junto con vestigios de Vito y Coppola como si fueran a un parque temático de El Padrino. 




Pues quizás hiciera lo que nosotros haremos, pasaremos por Corleone en nuestro viaje, pero como no vamos por paquete turístico de agencia y yo me he encargado, por gusto, de rebuscar toda esta interesantísima información que enriquecerá el viaje a costa de que mi moreno no sea tan intenso a estas alturas del mes de julio, nos tomaremos uno de esos vinos de viñas cultivadas en tierras libres de mafia en alguna terraza de Corleone, donde hoy, más que a la voz bronca y rota de Marlon Brando, suena a la banda sonora de Nino Rota.


¡SALUTE GODFATHER!










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