lunes, 25 de septiembre de 2017

EL ESPAÑOL. LAS LENGUAS Y DIALECTOS PENINSULARES

 I.  FORMACIÓN DE LAS LENGUAS PENINSULARES

Tenemos pocos datos sobre la situación lingüística prerromana, aunque se pueden establecer la siguiente división etnolingüística:

a)    PREINDOEUROPEO: El único enclave que hoy pervive de este sustrato lingüístico es la lengua vasca que se hablaba a ambos lados de los Pirineos. Las condiciones ortográficas de la zona impidieron la romanización y por ese motivo se ha conservado.
b)   INDOEUROPEO: Aproximadamente hacia el primer milenio a.C. llegan a la Península Ibérica pueblos procedentes de Europa y del Mediterráneo en busca de tierras para cultivar o metales para comerciar: son los indoeuropeos celtas, fenicios, griegos y cartagineses.

* CELTAS: se sitúan en el centro y oeste de la Península en sucesivas oleadas.
* FENICIOS Y GRIEGOS: establecen en las costas mediterráneas y meridionales enclaves comerciales: Gadir (Cádiz), Malaka (Málaga).
* CARTAGINESES: pueblo heredero de los fenicios de Cartago (Túnez), que desplazaron a los griegos.

A partir de siglo V aC se constata la presencia de los IBEROS (litoral levantino hasta Almería) y los TARTESOS (Baja Andalucía y sur de Portugal. Pueblo de origen desconocido que alcanzó gran fama por la extracción y comercialización de oro y plata).

De todos estos pueblos quedan vestigios gracias a los topónimos o algunas inscripciones conservadas.

Con la conquista romana, estas lenguas fueron desapareciendo, quedando meramente el sustrato prerromano que influirá en el acento peculiar de la lengua usada en las distintas regiones y en las características fonéticas. De este sustrato prerromano proceden ciertos sufijos como - osco, -asco, -usco , que se cree de origen ligur; -arro, -orro, -urro, -berri, -gorri de origen vasco y cierto número de términos como vega, nava, balsa, álamo, cachorro , etc.

El español, como el resto de lenguas romances, es una continuación moderna del latín hablado o vulgar del siglo III. Tras el desmembramiento del Imperio Romano, el latín fue divergiendo de las otras variantes que se hablaban en las distintas provincias romanas, dando lugar mediante una lenta evolución a las diferentes lenguas romances, entre ellas el castellano.



El origen de las lenguas de la Península, a excepción del vasco, es por consiguiente latino. No obstante hemos de tener en cuenta lo siguiente:

  • La modalidad de latín que llegó a España fue una lengua oral y popular llamada latín vulgar, que era diferente al latín culto escrito;
  • Los agentes de la romanización fueron el ejército, los mercaderes, emigrantes y funcionarios de la administración; por consiguiente, no eran los estamentos más cultos.
  • La implantación de la lengua y de la cultura romana no se llevó a cabo en todo el territorio peninsular por igual ni al mismo tiempo; de ahí que el latín vulgar fuera una lengua poco uniforme y proclive a la diferenciación.


I.II. ORÍGENES Y EVOLUCIÓN DEL ESPAÑOL

Los romanos llegan a la Península Ibérica en el año 218 a.C. por un enfrentamiento contra el pueblo cartaginés, de origen africano. Es en este momento cuando comienza la romanización de la Península, cuya conquista culminó Roma en el año 19 a.C.
La romanización fue un proceso de colonización cultural en el que la superioridad cultural romana llevó a la asimilación de costumbres, formas de vida, instituciones político-sociales y por supuesto de la lengua. Este proceso duró hasta el siglo V, fecha en que se consumó la desintegración del Imperio romano por la invasión de los pueblos bárbaros.
El latín pasa por consiguiente a convertirse en la lengua de Hispania. La adopción del latín se vio favorecida por la disgregación lingüística que imperaba en la Península, convirtiéndose en un elemento de unificación, que además, posibilitaba el entendimiento con la metrópoli, Roma.

En el siglo V, los pueblos bárbaros (suevos, vándalos y alanos) llegan a la Península Ibérica y se dispersan por ella, lo que facilita aún más la incipiente fragmentación lingüística. Los visigodos, de origen germano, ocuparon inicialmente la Galia romana e instalaron su capital en la Tolosa francesa; más tarde, durante el reinado de Leovigildo (568-586), trasladaron la capital a Toledo. Adoptan como credo el catolicismo, asumen las tradiciones locales y asimilan mayoritariamente como lengua propia el latín (siglo VII): comienza así una etapa de consolidación política, jurídica y social que coincide con la aceleración evolutiva del latín hacia las nuevas lenguas. Perduran de esta época algunas palabras de uso general (espía, adrede, guiar, rico, galardón, guerra, ropa, tapa), ciertos topónimos (Burgos, Castrogeriz) y varios nombres de persona (Enrique, Fernando, Adolfo).

En 711 desembarcan los musulmanes en el sur de la Península y, con ellos, otras costumbres, otras tradiciones, una nueva lengua y un concepto diferente de la cultura y de la organización social. Su influjo fue tan determinante para las lenguas peninsulares, que las ha dotado -sobre todo al castellano- de unas características peculiares que las diferencian del resto de la Romania.

El castellano adopta multitud de vocablos árabes (se calculan unos cuatro mil), muchos de los cuales se asimilan fonéticamente al léxico patrimonial (el originado del latín por evolución natural). La inmensidad de saberes que los árabes aportaron a la vida hispana, unida a su prolongada estancia en la Península permitió la entrada de palabras pertenecientes a campos tan variados como el agrícola (berenjena, aceite, azahar, azúcar, azafrán, albaricoque), el doméstico (almohada, alcuza, ajuar), el de la construcción (albañil, azulejo, adobe, alcantarilla), el de la medicina (alcohol, jaqueca, jarabe, alcanfor), el del comercio (almacén, arancel, zoco), el de las matemáticas (cero, cifra, álgebra, guarismo) o el de los juegos (azar, ajedrez).
Son también muchos los topónimos de origen árabe que han sobrevivido (Alcudia, Benicarló, Alcalá, Binisalem), así como los nombres de ríos (de wadi = río, provienen Guadiana, Guadalquivir, Guadalhorce, Guadarrama).
En los territorios sometidos por los musulmanes sobrevivió un dialecto románico -el mozárabe- arcaizante y literariamente productivo, como lo demuestran las jarchas, cancioncillas populares en mozárabe que se añadían a las moaxajas (poemas líricos en árabe o hebreo cultos). La evolución de las demás formas románicas -y sobre todo la continuada expansión castellana- haría morir este dialecto años más tarde.

La Reconquista y la diversidad dialectal

Mientras duró la presencia árabe (desde 711 hasta 1492), los cristianos y los musulmanes pugnaban por el dominio de los distintos territorios: sucedían a las etapas de paz momentos de enconada lucha. Tanto en las zonas de dominio musulmán como en las de control cristiano, las sociedades se organizaban según el modelo de señoríos: ducados, condados y reinos afianzan la estructura medieval y, como consecuencia, comienzan a cimentar las bases de los nuevos estados.
En cada reino, en cada comunidad cristiana, el latín vulgar va alcanzando un grado de evolución que nos permite hablar ya de dialectos romances. Se distinguen, de oeste a este peninsular, el gallego, el astur-leonés, el castellano, el aragonés y el catalán. De todos ellos, solo el astur-leonés y el aragonés no llegaron a constituirse en lenguas, por lo que en la actualidad se siguen denominando dialectos.    
A partir de finales del siglo XI comienza un proceso de asimilación o nivelación lingüística, principalmente entre los dialectos románicos centrales de la península ibérica: astur-leonés, castellano y navarro-aragonés, pero también del resto. Este proceso es el que dará como resultado la formación de una lengua común española o castellana, lo que hoy conocemos como el español.

Primeros testimonios del castellano

Las Glosas Emilianenses de finales del siglo X o principios del XI, conservadas en el Monasterio de Yuso en San Millán de la Cogolla (La Rioja), fueron consideradas por Ramón Menéndez Pidal el testimonio más antiguo de la lengua española. Sin embargo, posteriormente se demostró que las formas escritas en esos documentos corresponden al romance navarro-aragonés, no al romance castellano propiamente dicho.



Un momento decisivo en el afianzamiento del idioma español se dio durante el reinado de Alfonso X de Castilla y León (1252-1284). Hasta entonces los cantares de gesta estaban escritos en esa lengua vulgar –el castellano– y por esta razón eran populares, mientras que las obras cultas y literarias producidas en la Corte se redactaban en latín, única lengua culta que toda la Europa cristiana había admitido hasta esa época.
Pero Alfonso X el Sabio decidió redactar un buen número de obras de elevada cultura en un idioma hasta entonces mal visto por las personas letradas por considerarlo demasiado prosaico. Esta decisión resultó una verdadera revolución cultural y dio lugar al reconocimiento oficial del castellano, que alternaría desde entonces con el latín.

La extensión del español en la Península

El español se extendió por la península durante la Baja Edad Media debido a la continua expansión de los reinos cristianos en este período, durante la llamada Reconquista. La incorporación a la Corona de Castilla de los reinos de León y Galicia con Fernando III de Castilla y la introducción de una dinastía castellana en la Corona de Aragón con Fernando I de Aragón y más tarde, la unión final peninsular con los Reyes Católicos, acrecentaron la asimilación y nivelación lingüística entre los dialectos de los diferentes reinos.

En el siglo XV la lengua común española se había introducido en gran parte de la Península Ibérica. En 1492 el sevillano Antonio de Nebrija publicó en Salamanca su “Gramática” primer tratado de gramática de la lengua española, y también primero de una lengua europea moderna. El primer libro impreso en español había aparecido hacia 1483.

El español de los Siglos de Oro

Durante los siglos XVI y XVII la lengua se fue puliendo y fijando hasta adquirir una configuración muy parecida a la que tiene hoy día. La imprenta contribuyó de un modo decisivo a la uniformidad gráfica, léxica y sintáctica de la norma culta del español.
La fonética se regularizó, quedando prácticamente asentados los actuales sistemas vocálicos y consonánticos, al tiempo que se definieron muchas vacilaciones morfosintácticas.
La norma lingüística de la época variaba entre la de Toledo, donde estaba la Corte; la de Burgos, cuyos usos lingüísticos se consideraban anticuados; y la de Sevilla, que era la capital del comercio ultramarino. Finalmente, se adoptó como modelo gráfico la norma toledana y en la norma de la lengua oral se sigue el criterio de  la discreción (buen gusto) de los escritores y gente culta, al margen de su procedencia geográfica.

La colonización de América, iniciada en el siglo XVI, expandió el idioma español por la mayor parte del continente americano. Tras conseguir la independencia los nuevos estados americanos iniciaron procesos de unificación lingüística que terminaron de extender el idioma español a través de todo el continente, desde California hasta Tierra del Fuego.

La Ilustración

En 1713 se fundó la Real Academia Española, bajo el lema «Limpia, fija y da esplendor», con la finalidad de dotar al castellano de una norma definitiva y evitar malos usos y elementos extraños que pudiesen adulterar el idioma.
Para desempeñar su labor, la Real Academia redactó un Diccionario de Autoridades (1726-1739), una Ortografía (1741) y una Gramática (1771). La escritura que utilizamos actualmente procede, con ligeras variaciones, de la que adoptó la Real Academia en el siglo XVIII y se caracteriza, a diferencia de otras lenguas, por ser fonética, es decir, por tratar de representar las palabras tal como se pronuncian.



En España, desde la época de los Borbones, se produjo una política centralista de unificación lingüística y consiguiente aislamiento del resto de lenguas vernáculas en favor de la lengua común española.

II. LENGUAS Y DIALECTOS PENINSULARES

El concepto de lengua implica un uso homogéneo del sistema lingüístico por parte de una comunidad de hablantes. Tal sistema lingüístico debe estar, por una parte, fuertemente diferenciado de otros, hasta el punto de que sea necesario una traducción para los que desconozcan la lengua. Además, se suele considerar como criterio para medir la existencia de lenguas distintas una tradición cultural de peso, es decir, una tradición literaria reconocida.

En España  coexisten con el castellano o español cuatro lenguas cooficiales: el vasco (de origen prerromano) y el catalán, valenciano y gallego (de orígenes romance). Cada una de estas lenguas tiene, en mayor o menor medida, diferentes hablas según la zona geográfica donde se emplee. Nos referimos entonces a dialectos o modalidades regionales. Frente al concepto de lengua, el de dialecto se define como un sistema lingüístico de menor homogeneidad, que no se diferencia totalmente de otros sistemas (los hablantes de las distintas modalidades dialectales pueden entenderse perfectamente) y que no suele ser empleado para uso literario.

LENGUAS
VASCO
GALLEGO
CATALÁN
VALENCIANO
CSTELLANO O ESPAÑOL
* Prerromana
* Romance
*    “
*    “
*    “

VARIEDADES DEL ESPAÑOL
Derivadas del latín: Astur-leonés
                                 Aragonés
                                 Judeo-español o sefardí

Derivados del español: Andaluz
                                      Canario
                                      Español de América
Hablas de tránsito: Riojano
                               Murciano
                               Extremeño
(* Se trata de modalidades del español que participan, a su vez, de otras modalidades colindantes).


Por otro lado, el empleo de la lengua es diverso si atendemos a factores formativos, geográficos o de situación. Así, podemos hablar de distintos tipos de variedades.

* Diastráticas: relacionadas con el grado de instrucción de los hablantes.
* Diatópicas: condicionadas por la procedencia y el marco espacial de uso.
* Diafásicas: relacionadas con las diferentes situaciones en las que el hablante se puede encontrar.

II. I. LENGUAS

A) EL VASCO O EUSKERA

El único idioma prerromano que se resistió a ser sustituido por la nueva lengua imperial fue el vasco o euskera. Este hecho lo convierte en el único resto vivo de las lenguas anteriores a la dominación romana. Su extensión geográfica era más amplia que la actual, llegaba por el Pirineo hasta Huesca, y por el sur hasta la Rioja (si bien no es seguro que esta expansión por el sur sea anterior a los romanos o que la toponimia existente en ella proceda de la expansión del reino de Navarra o de las repoblaciones medievales).
Sin embargo, a pesar de esta resistencia a la absorción lingüística, el vasco no dejó de padecer una fuerte influencia del latín. La romanización en el reducido espacio geográfico que ocupaban los vascos, aun de forma menos amplia que en otras zonas, también se produjo y del latín tomó un abundante número de palabras, que adaptó y transformó para mantener sus propias características fonéticas y morfológicas.
Por otro lado, el influjo se produjo también a la inversa, es decir, determinadas características fonéticas y léxicas del vasco pasaron al latín (como sucedió con otras lenguas prerromanas) y de él a los romances peninsulares -que en algún caso volvieron a sufrir ciertas influencias de este idioma-, en los primeros años de su formación como lengua autónoma.
Así pues, el vasco es el único resto vivo de las lenguas prerromanas, lo cual, unido al desconocimiento que todavía se tiene sobre sus orígenes y sus relaciones de parentesco con otras lenguas (a pesar de las diferentes hipótesis propuestas por los especialistas, nunca totalmente confirmadas), convierte a esta lengua en un caso único de supervivencia entre las lenguas actuales.
A ello hay que añadir los obstáculos históricos que ha encontrado en su evolución, sobre todo la enorme presión de dos lenguas romances (el castellano y el francés) que han desarrollado una amplia e importante cultura desde hace más de ocho siglos.


B) EL GALLEGO

Surgió en el noroeste peninsular, en la cuenca del río Miño. En esta lengua floreció una espléndida literatura lírica en el siglo XIII. El gallego mantuvo una relativa unidad lingüística hasta el siglo XV, pero la unidad política se había roto en el siglo XII y el nuevo reino de Portugal (al sur del río Miño) continuó su lucha contra los árabes y extendió su idioma hasta el Atlántico, por el sur. A partir del siglo XV, gallego y portugués comenzaron la diferenciación que los ha convertido en dos lenguas distintas, aunque conserven muchos elementos comunes.

C) EL CATALÁN
Junto con el gallego y el castellano forma el trío de dialectos románicos que ha evolucionado hasta convertirse en lenguas autónomas, con una rica literatura y un ámbito geográfico amplio. La primitiva Cataluña tuvo una dependencia política grande de Francia, pero pronto rompió estos lazos políticos, aunque no los culturales. El romance catalán se extendió por el sur hasta ocupar toda la actual Cataluña y Valencia (donde se originó una variedad importante, el valenciano, que cuenta a su vez con una rica vida literaria y se establece cono lengua cooficial en la comunidad valenciana), así como a las islas Baleares.

D) EL VALENCIANO

Dentro de la Comunidad Valenciana existe controversia sobre su consideración como lengua o como glotónimo (distinta denominación a un mismo idioma). Según un estudio realizado por la Generalidad el 52,4% de los valencianos considera al valenciano un idioma diferente del catalán. Sin embargo, en el mismo estudio se recoge que el 58,4% de los valencianos con estudios superiores afirman que es la misma lengua. Según el Estatuto de Autonomía de la Comunidad valenciana,  el idioma valenciano se rige por la normativa de la Academia Valenciana de la Lengua, la cual parte de la tradición lexicográfica, literaria, y la realidad lingüística genuina valenciana.


II.II DIALECTOS

III. II. I. MODALIDADES DE ORIGEN LATINO

A) EL ASTUR-LEONÉS
Nacido en las montañas asturianas, este romance avanzó hacia tierras leonesas a medida que la monarquía asturiana ampliaba sus territorios. Tras varios siglos de vigencia en el habla popular, la absorción del reino de León por el de Castilla hizo perder vigor a este romance (lingüísticamente bastante conservador) y se fue replegando. En buena medida desapareció y hoy sólo quedan sus restos en los bables asturianos y del norte de León.

C) EL NAVARRO-ARAGONÉS
Los reinos navarro y aragonés inician su expansión hacia el sur en los siglos X y XI, respectivamente; con ellos se extienden los dialectos romances de esas zonas que tienen bastantes semejanzas con el leonés, pero el empuje del castellano los redujo aún más que a aquél; hoy sólo sobrevive en algunas zonas de la provincia de Huesca, aunque muy castellanizado.

D) JUDEO- ESPAÑOL O SEFARDÍ
El judeo-español es la variedad del español hablada por los descendientes de los judíos expulsados por el Edicto de Granada en 1492. El judeoespañol posee una gran cantidad de vocablos arcaizantes, en relación con el castellano actual. En sus lugares de exilio, los judíos sefardíes mantuvieron la lengua española porque ésta era un signo de pertenencia a la comunidad judía.

III.II.II  MODALIDADES DERIVADAS DEL CASTELLANO

A) EL ANDALUZ O LAS HABLAS ANDALUZAS

Desde la llegada de la Reconquista a Andalucía en 1212, comienza a configurarse el andaluz como modalidad específica del castellano. Es este un fenómeno de enorme importancia dialectal, en la medida que implica una evolución autónoma del sistema de la lengua, independiente de la que se produjo en el Norte y que aporta soluciones fonéticas y morfológicas muy distintas a las que se dieron en Castilla. Los fenómenos más significativos de las hablas meridionales (andaluz y canario) estaban en pleno desarrollo en el siglo XVI. Y entonces existe una norma sevillana, diferente de la norma toledana: la primera de ellas será la que se afiance en Andalucía y se extienda por Canarias y América; la segunda, dominante en el resto de la Península, fue la que sirvió para fijar el modelo común de la lengua escrita.

Convienen aclarar que más de un dilecto andaluz propiamente dicho, lo que hay son diferentes variedades andaluzas de límites poco precisos. En este sentido se habla de varias zonas dialectales: así se puede distinguir entre una variedad occidental y una variedad oriental según al diferente resultado al que lleva la aspiración y pérdida de la –s final, y también, al mismo tiempo, hay tres zonas horizontales (noreste, centro y sur), según las variedades de ceceo y seseo.

Los fenómenos que caracterizan al andaluz (YEÍSMO, ASPIRACIÓN DE LA –S EN POSICIÓN IMPLOSIVA, NEUTRLIZACIÓN DE /l/, Y /r/ EN POSICIÓN FINAL DE SÍLABA, RELAJACIÓN Y CAÍDA DE CONSONANTES SONORAS INTERVOCÁLICAS, RELAJACIÓN DE LAS CONSONANTES j-g (con sonido j) y ch,  Y DIFERENTES RASGOS VOCÁLICOS SEGÚN LAS ZONAS, CONFLUENCIA DE VOSOTROS Y USTEDES, RASGOS LÉXICOS PROPIOS) están extendidos por los diferentes por los diferentes niveles sociales, de tal manera que existe un modelo de lengua diferente hablado en Andalucía que goza de prestigio social y cultural que sirve de referencia en el sur de la Península y que se identifica con el habla culta de las diferentes variedades.

B) ESPAÑOL DE AMÉRICA

El español hablado en América no constituye una única variedad homogénea, al contrario, hay muy pocos rasgos que estén extendidos en todas las zonas hispanohablantes. Por otro lado, tampoco se puede establecer una caracterización perfectamente definida del español americano frente al que se utiliza en España, pues son escasos los fenómenos que no tengan un correlato en la Península (especialmente en el andaluz) o en Canarias.

La diversa variedad lingüística americana y su heterogénea distribución se deben a distintas causas históricas y sociales. En primer lugar hay que tener en cuenta que el castellano que llevan los colonizadores es ya diverso: a América llegaron gentes de diferentes condiciones (militares, eclesiásticos, funcionarios y, principalmente, gente del pueblo) y también de variado origen geográfico (andaluces, extremeños, castellanos, leoneses vascos…). Con el tiempo fue la influencia andaluza la que tuvo más peso, y ello no solo porque muchos colonizadores eran andaluces, sino también por un segundo factor: a lo largo de la etapa colonial, todos los contactos con la metrópolis se hacían a través de Sevilla. Sucedía no solo que la mayor parte de la marinería procedía de Sevilla y de la costa andaluza, sino también que todo aquel que quería establecerse en las colonias debía pasar una larga temporada de espera en esta ciudad, conviviendo con una variedad del castellano progresista, ya bastante diferenciada y que gozaba de prestigio social y cultural.

También hay que tener en cuenta la influencia que sobre el castellano hablado en cada zona (territorios más tempranamente colonizados como la zona caribeña con mayor influencia de la norma sevillana que los territorios de tierras altas con rasgos más próximos a la norma conservadora del español del norte peninsular) pudo tener el sustrato de las lenguas indígenas, algunas de ellas, las de los imperios precolombinos, muy extendidas, aunque esta influencia es menor a lo que se pensó siendo los principales rasgos lingüísticos americanos coincidentes con los que se producen en Andalucía y Canarias. Sin embargo, es la influencia de las lenguas `precolombinas las que establecen las diferentes zonas del español americano:

1. México y Centroamérica (influencia del náuhualt).
2. Caribe (araucano).
3. Tierras altas continentales (quechua).
4. Centro y sur de Chile (araucano y mapuche),
5 Río de la Plata (guaraní).

Rasgos propios diferenciados del español americano son:

- Entonaciones variadas.
- Algunos rasgos gramaticales como el empleo del pronombre vos en lugar de (voseo) o la reducción de algunos diptongos en formas verbales: tenés en lugar de tienes.
- Léxico influido tanto por las diferentes lenguas indígenas como por otras procedentes de las sucesivas culturas que fueron poblando el continente: inglés, italiano, portugués y lenguas negroafricanas. Por ello el español convive en muchas zonas en situación de bilingüismo.
- Fenómenos fonéticos de origen andaluz como el seseo, el yeísmo, la aspiración o neutralización de r/l, aspiración de –s implosiva o la aspiración de j.

III. EL ESPAÑOL EN EL MUNDO

El español es la segunda lengua materna del mundo por número de hablantes, por debajo del chino. Recientes estudios afirman que son 470 millones los hablantes de español como primera lengua en el mundo. Además, si a esta cifra le sumamos los hablantes como segunda lengua y lengua extranjera, rondamos los 540 millones. El español es una de las lenguas oficiales de la ONU.

Para hacernos una idea de la expansión del español, basta decir que, hoy por hoy en Estados Unidos, con 52 millones de hispanohablantes, la mayoría de los medios de comunicación hacen uso de nuestra lengua.

La comunidad hispanohablante, además, posee una cohesión lingüística mayor que la de las demás lenguas oficiales de la ONU, en gran medida gracias a la labor de la Real Academia de la Lengua, con filiales en toda Hispanoamérica.

IV. EL ESPAÑOL EN LA RED

Internet tienen unos 2500 millones de usuarios, de los cuales un 7,8% navega en español. Así las cosas, podemos afirmar que es la tercera lengua más empleada, tras el inglés y el chino. Entre los años 2000 y 2011 el español experimentó una expansión verdaderamente espectacular, en torno al 810%, favorecido sobre todo por la incorporación de muchos internautas latinoamericanos.


Académicos, lingüistas e intelectuales se plantean con inquietud la presencia del español en la Red. Nunca se ha utilizado tanto la lengua escrita como en la actualidad; sin embargo, cunde la alarma por la invasión de anglicismos y la abundancia de incorrecciones. Por otro lado, se tiende a la uniformidad, al uso de un español común, por necesidades comunicativas, lo que es, sin duda, beneficioso para la unidad de la lengua, siempre que la empleada sea de calidad. La introducción permanente de anglicismos o neologismos en inglés puede adoptar las siguientes formas: - Extranjerismos: web, chip, hardware, software (incorporados en la última edición del DRAE), chat, e-mail, etc. En algunos casos se han formado verbos o derivados en español a partir del extranjerismo (chatear). - Calcos: se observa un esfuerzo en la traducción de los términos. Los calcos amplían los significados de las palabras ya existentes en español: control, navegador, ratón, red… - Siglas, acrónimos y signos: bit, www, PC, CD-ROM, ADSL, etc. La barra y el punto son elementos típicos de las direcciones electrónicas. Además de estos, otros dos rasgos sobresalientes caracterizan el español que se emplea en las nuevas tecnologías: - El descuido de la forma en que se emite la información, en beneficio de la rapidez en la transmisión del mensaje. En consecuencia, se incumplen normas ortográficas (no se acentúan palabras, no se diferencian mayúsculas y minúsculas o se suprimen signos de puntuación), se omiten elementos oracionales (artículos, por ejemplo) o se introducen símbolos equivalentes a sonidos (por ejemplo, el símbolo matemático x, en lugar de la preposición por), se representa la pronunciación mediante la repetición de letras (¡Holaaaaa!) - El principio de economía lingüística (decir más con menos palabras) traspasa los límites de un uso aceptable del idioma. Este lenguaje también se observa en correos electrónicos y mensajes de móviles. Este uso relajado de la ortografía y sintaxis genera, sobre todo en las generaciones más jóvenes, un creciente desinterés por la buena escritura y que cuando se expresen en otros ámbitos más formales se cometan múltiples errores. Evitar esto es un reto que nos compromete a todos. 

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