Cuando yo era muy jovencita yo quería tener un novio tan guapo y que dijera tantas cosas como El Cabrero cantaba. Un muchacho así, que apuntara las maneras de ese hombre que yo veía en las portadas de sus discos que había en mi casa, con la mirada adormilá, barbas y pelos largos, con esas planta y andares de cowboy "spaguetero". Como las amigas que juntaban estampitas de Miguel Bosé y Los Pecos, pues yo me decantaba por este perfil.
Cuando lo vi y lo oí por primera vez en la peña flamenca de Albaida del Aljarafe (el último pueblo al norte de esta comarca sevillana donde teníamos nuestra otra casa, con mis padres que me llevaban a todos sitios aunque entonces estos lugares solo fueran de hombres y mu tarde), quedé tan fascinada como quedaría una fotógrafa francesa que pasó por estas tierras y terminó rodando un documental con El Cabrero como protagonista. José Domínguez venía de Aznalcóllar, su pueblo, que se veía a lo lejos desde la azotea de aquella atalaya aljarafeña como una isla de luz desde donde arrancaban las primeras estribaciones de la Sierra Norte, y si bajabas la mirada por la ladera de aquella pequeña mancha lumínica, podías imaginar el curso del Guadiamar hasta unirlo con las marismas de Huelva recorriendo el miso curso del fandango. Entonces El Cabrero ya era un fenómeno social, ya despuntaba por su autenticidad, su personalidad de rebeldía intimista, su cante jondo puro y su compromiso con la tierra y con el pueblo. Ya había grabado discos, había recorrido media Europa, había ganado premios, era presencia fija en los festivales de flamenco de toda Andalucía y sus cantes eran bandera de libertad y justicia para varias generaciones juntas. Llegaba a los escenarios cantando El Cabrero y se iba como el cabrero que canta. José Domínguez pertenece a esa casta del flamenco puro por el que se rastrea los orígenes de este arte, en lo jondo de las tonás, seguiriyas y martinetes que empezaron a entonar gentes de la baja Andalucía para cantar las penas de la pobreza y la marginalidad para ensordecer el dolor y la miseria con esas letras y esas músicas que salían del alma y de las tripas de los campos de secano y de las minas a cielo abierto. Por el que brota de la tierra que pisan las plantas de los pies que andan estos secarrales y reverdece en los géneros más duros del flamenco como un grito de la misma tierra. Bajo el sombrero negro se intuía su mirada siempre al suelo, y tú lo ves retorcerse con la justa contención en la silla y dices que sí, que eso es arte de la naturaleza misma, la divina proporción excesiva que es Andalucía. Y cuando entendieron los que "entienden" la naturaleza y la esencia de ese arte que mira, con la misma distancia la profundidad más allá de los pies como el más allá del techo, a lo hondo de las profundidades y al calado del abismo, el flamenco fue declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad (2010). Por materiales como los de El Cabrero. Está a la vuelta de la esquina el Día del Trabajo, que aquí en mi tierra, además del de El Trabajo de los que trabajamos, es también el Día del Paro, porque para algo somos campeones del desempleo. El mismo día para los que militamos en el despertador de cada día, o de los afiliados a la cola pa sellá la cartilla del paro mes a mes, de los de las peonás de remanguillé, de los de la economía sumergida y la solidaridá familiá..., menos para los de la codicia y los filibusteros, tiene que ser un día de reivindicación. Y yo traigo un TRABAJO que se reivindica por sí mismo: el de una francesa fotógrafa que pasaba por aquí, se topó con El Cabrero en un festival flamenco y rodó un documental visto en más de cincuenta países del mundo pero que aquí no ha querido ninguna cadena televisiva incluir en su programación.
EL CABRERO, EL CANTE DE LA SIERRA
Era el año 1987 cuando la fotógrafaMartine Voyeaux vio a José cantá un verano. Impactada, imantada también por su presencia y su jondura telúrica, presentó un proyecto de documental a una galerista de arte que tendría pasta y acá que se vino al verano siguiente. En pleno agosto, con 40 grados a la sombra, rodó esto que aquí se han negado todas las cadenas de TV, incluida "La Nuestra" (Canal Sur), emitir. En Francia, este documental ganó el Premio Especial en el Festival de la Rose d’Or de Montreux 1988, y no se deja de emitir fuera de nuestras fronteras desde la citada Declaración de la UNESCO.
¿Y Espagne? ¿Y Andalucía? La respuesta siempre ha sido NO. Y hoy se difunde vía Youtube. Difusión a la que yo contribuyo desde Rodmania, por ese novio tan guapo de mirada adormilá y barbas que dijera tantas cosas como las que cantaba El Cabrero. Por esa Andalucía del documental, que es la misma de hoy, que no reclama trabajo porque se ha acostumbrado a comer "camparopicheo" (acrónimo rodmaniano de "campo, paro y trapicheo"). ¿Por qué? ¿Por qué Canal Sur se niega, por qué no ha querido saber jamás de este trabajo y lo ha rechazado una y otra vez? ¿Por qué se vanagloria esta Junta del Partido Socialista (mani)Obrero Andalú de esta tierra y su gente, si no se la merecen? Porque llevan años, décadas, sembrando y regando con socialmaniobrerismo el temario de La Nuestra (la programación de Canal Sur) con bazofia, zafiedad, ignorancia y jactancia de ella misma, contrarrestando la sabiduría que entra por los pies con el cercenar de las cabezas que relucen y las bocas que dicen otras cosas, y las cámaras que muestran "el hace veintitantos años" como "el hoy es peor" (porque donde salen los viejos hoy hay jóvenes, sí, también analfabetos y sin pensión). Cercenan esta tierra con el sentimentalismo trasnochado, machista y retrógrado de la copla de posguerra (concurso tras concurso de jóvenes) con la jondura de las raíces que empujaban esta tierra. El Cabrero dice que él habla con metáforas porque las palabras que aprendió en la universidad del campo que pastan sus cabras se le quedan chicas, minúsculas. Y a mí me pasa lo mismo: la inefabilidad. Zomo azí de terruño, compañero. El documental está rodado en Aznalcóllar, pueblo minero de Sevilla que sufrió una década después de ese calorín de agosto del 88 el mayor desastre ecológico de este país, que después de lo invertido en su recuperación se saca a concurso administrativo antes de la última campaña electoral la explotación de las minas de pirita y resulta concurso en litigio por prevaricación: las minas sin abrir y un pueblo con comedores sociales porque no hay trabajo. Y El Cabrero cuidando cabras, porque no va a ser nunca borrego, y cantando. Fandangos a la República, a Jesucristo pa cagarse de paso en los muertos de los hijos de la granputa, letras que llaman a las cosas por su nombre. Al sol y al viento. A la justicia de tierra y paz. A los que van diciendo por ahí. Por tangos.
Y poesía por bulerías.
"La lluvia" de Borges. Por el mismo palo, "Vidala del nombrador" de Jaime Dávalos y "Luz de luna" de Álvaro Carrillo es la última actuación en Canal Sur de El Cabrero. Paco del Gastor a la guitarra (inseparables desde el rodaje del documental).
Y el documental premiado. Y, ¿vetado? ¡¿?!
Al padre de mi hijo. La mirada adormilá, las barbas y el pelo largo... ¡SALUD, TRABAJO Y REPÚBLICA, COMPAÑERO!
Durante los últimos meses hemos podido escuchar o leer artículos y entrevistas, reseñas bibliográficas que han venido a formar un crisol de publicaciones con Cervantes como protagonista. Estudios o disquisiciones que abundan en el personaje siempre interesante y tan querido para los que se necesitaría otra vida o menos obligaciones para leerlas todas. Todo admisible e interesante, digo yo que sí. Pero en lo que he leído y escuchado como "nuevo", me atrevo a decir que se oculta una fuente prácticamente desconocida y que todos estos autores que se han acercado a Cervantes para aprovechar su "tirón" editorial en el 400 aniversario de su fallecimiento, la han tenido como referente. Y no la citan, claro. Pero Cervantes, entre la sátira y la ironía, mostró la más noble y sublime protesta contra la injusticia, y un acto de justicia sería la mayor gratificación a quien tan injustamente lo trató la vida.
El primer acto de justicia vino de la editorial andaluza Almuzara cuando a finales de 2015 publicó una novela que se escribió en 1934, cuando escribir un libro era todavía el acto en el que radicaba el rasgo de distinción que separaba a los que dominaban la excelencia en el arte de la escritura literaria frente a los seres comunes que contribuían, en ese mito triangular de la prolongación del género humano, trayendo hijos al mundo y plantando un árbol porque se viviera en un entorno campestre. Hoy parece que es más fácil escribir un libro (por supuesto, editarlo) y buscar la perdurabilidad por la edición de algo y por las raíces de un árbol plantado por comunitaria labor para repoblar un bosque incendiado que tener un hijo, visto la ingente cantidad de escritores y escritoras que dicen tener "obra". Verdaderamente, lo más difícil, sacrificado y arriesgado en estos tiempos, es dejar tu obra magna por la descendencia genética. Pues sí. Efectivamente, desde que me leí la novela en los días de vacaciones de Navidad, la he visto rodar por un montón de artículos y entrevistas. Así que es de justicia hablar de ella y de su autor.
De un alemán, Bruno Frank.
UN HOMBRE LLAMADO CERVANTES
Es lo mejor que se puede leer este año cervantino para con Cervantes, para con su autor alemán y para con una editorial que no sé si sobrevivirá a pesar de que ya es un referente cultural andaluz. Se cumple con ella con tres damnificados de muy diferentes épocas y circunstancias: Miguel de Cervantes (el inspirador), Bruno Frank (el autor) y Manuel Pimentel (el ex-ministro editor); y de una forma grata, deliciosa y rica lectura, que es lo importante. En Un hombre llamado Cervantes, Bruno Frank reconstruye a un personaje histórico abonado en vida para ser personaje principal novelístico, Miguel de Cervantes. En una narración de corte histórico-biográfica dotada de aventura y expresividad, cuenta ágil y deleitablemente las aventuras y desventuras del estudiante de letras de Alcalá de Henares que se va a Roma a servir al Cardenal Acquaviva; luego soldado febril y temerario de Juan de Austria pero igual de amante de las letras en Lepanto; posterior prisionero de los turcos que sobrevive en Argel leyendo y escribiendo letras; que vuelve a su país pordioseando las secuelas físicas de sus hazañas y sus "pobres" letras; hasta que otra vez, preso en Sevilla, empieza a escribir El Quijote. Recorriendo la crónica fascinante de la época, los lugares y personajes históricos y biográficos ligados a Cervantes, Frank nos muestra las huellas cervantinas como acicates de la suya propia como exiliado y héroe de fracasos. Por eso mismo esta novela respira vida. Y yo, en esta atalaya bloguera, me atrevo a decirles a todos estos autores que hoy firman ejemplare "cervantinos", que de ella han bebido para afirmar al "Cervantes" que firman.
Bruno Frank
Nacido en Stuttgart, murió a los 58 años unas pocas semanas antes de terminar la II Guerra Mundial en Beverly Hills. En el exilio desde que Hitler mandara a quemar en Berlín, entre muchísimos otros, sus libros de ensayo, poemas o ficciones narrativas, que se pueden encontrar en mercado sobreviviente de viejo o esta novela que ya escribió en el exilio de California sintiéndose un Quijote cervantino de sueños de libertad y justicia aniquilados. Al día siguiente de esa famosa quema, Bruno Frank abandonó Alemania para no volver nunca. Primero anduvo por otros países de Europa hasta que recaló enCalifornia amparado por otros judíos que previamente siguieron la misma ruta, pero muy especialmente por su íntimo amigo Thomas Mann, que lo introduce en el gremio de escribas de guiones para Hollywood. Entre los créditos de El jorobado de Notre Dame (1939), Esmeralda, la zíngara (1939), La zarina (1945) o Cervantes (1967), lo encontramos. En esta novela que llama a Cervantes por su nombre, se palpa el autor en ese exilio interior y exterior como humanista en una Europa que se ha deshumanizado, el mismo sentimiento y la misma Europa de Reforma y Contrareforma que acompañó a Cervantes. Y en este sentimiento de desarraigo y fracaso heroico es donde Frank encuentra el universo cervantino para recrerar a Cervantes, para recrearse a él mismo y a la Europa fanática de Hitler con los ropajes de la de Felipe II.
No es por casualidad que en Alemania y en estos años de infortunio la figura de Cervantes cobrara la importancia que en su país natal aún no gozaba, y que el Quijote fuera más que un libro de parodia de los libros de caballerías y su héroe un jocoso, sabio loco aventuro de La Mancha. El gran idealista y "desfacedor de entuertos", se vuelve una figura emblemática para los intelectuales exiliados porque representa la azarosa e infortunada vida de toda esta gente que emprende la aventura del viaje forzoso y lleno de incertidumbres, se convierte por primera vez en la historia en el símbolo de la lucha por la libertad y la justicia. Bruno Frank es el otro caballero humanista del siglo XX, y por encontrar ese paralelismo entre las épocas y las vidas, comparando la limpieza de sangre del barroco con las pruebas de ascendencia aria exigidas por Hitler, con el sentimiento de ilusiones frustradas y desengaños propios, escribe a este hombre llamado Cervantes.
En el año 1934 publicó Un hombre llamado Cervantes con un estilo narrativo exquisito, culto y erudito, digno de la dimensión de su protagonista. En ella el escritor alemán realiza una disección precisa del contexto histórico, las costumbres y las intrigas políticas del momento, dibujando con precisión los principales hechos históricos y el papel jugado por los personajes más importantes de la época. Una novela en la que no sólo cobran vida los personajes, sino también ciudades como Madrid, Roma o Argel, cuyas calles nos encontraremos recorriendo acompañando a Cervantes en sus aventuras y desventuras (las más). Si yo escribiera una recreación biográfica de Cervantes, partiría de ese momento carcelario de felicidad tras el hallazgo del personaje Don Quijote. Lo anterior está escrito por Frank y así sería. La historia del hombre que vive en la felicidad plena de la ficción que crea para vivir felizmente y decir las verdades, para desfacerse de la vida y reírse a mandíbula con él mismo en su soledad con las mejores compañías y disparates verosímiles en la real paranoia; para hallar la sapiencia por lo pensado y vivido; para amar en el mito platónico del amor con la intensidad y poder de la mente que al cuerpo alcanza. Si Cervantes hubiera seguido siendo un desdichado en la última etapa de su vida, donde lo deja Bruno Frank, no se habría despedido tan felizmente de sus amigos como lo hizo en el prólogo de su obra póstuma, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, animosidad, sapiencia y dicha de vida que se rastrea en toda su obra, como en estos versos de La ilustre fregona. Se necesitaría otra vida para leer tanto y tanto tratado sobre Cervantes y su obra. Pero eso sería una vida muy aburrida. Yo la querría para reinventar esa vida feliz que le falta a Cervantes y convertir en risa tanto y tanto lamento cervantino, incluida su osamenta. Porque en sabiéndolo Constanza...
Estos días de Feria que vive la ciudad no son para que yo esté sentada delante del ordenador. Pero entre el trajín de sacar los trajes, probármelos para comprobar que encajan a la perfección, poner al día los abalorios con los que voy a aderezar la vestimenta flamenca y adornar la caseta con celebración cumpleañera en la pre-Feria incluida (amén del pan nuestro de cada día...), he rapiñado tiempo al Tiempo para dejar esto:
Como el calendario litúrgico es el que nos asiste en las celebraciones primaverales del Sur, nacer en Sevilla en abril es celebrarlo unos años con torrijas y pestiños, otros con tarta y chocolate, y otros con jamón y manzanilla. Y como este año ha tocado en los días de pre-Feria, tanto lo dulce como los salado: mi invitación blogosférica a un trozo de tarta feriante, o en la barra siempre habrá una de jamón con manzanilla para esta vida "sentada". De ayer, hoy, mañana. Siempre...
¡Salú pa volver a celebrarlo!
Pero lo primordial de la entrada de hoy era dejar constancia de la celebración del
II DÍA DEL BESO Y DEL ARTE en Rodmania
Cuando yo me enteré el año pasado de que el día 13 de abril se celebra el Día Internacional del Beso por un concurso que alardea de registrar el beso "campeón" por lo largo, y me pareció una pamplina tan gorda y una falta de respeto tan grande a los besos que los besos no merecen, que, en un intento de convertir la paja en oro, surgió a toro pasado esta celebración. Pero como todo se encaja en su sitio, me percaté de que entre el día del besuqueo ramplón y adocenado y el de mañana, El Día Mundial del Arte, justificado honrosamente por la efeméride que lo fija (el 15 de abril nació el genio de los genios, don Leonardo Da Vinci), quedaba libre este día puente (que también por la fecha podría haberse titulado Día de la República de los Besos con Arte...). Así, entre el de ayer y el de mañana, encajo este homenaje a los besos más largos. A la auténtica perdurabilidad de los besos: los besos que se besan por la mirada (un mundo), y están ahí, en la literatura, la escultura, la pintura, la fotografía o en el cine como expresión artística de ese gesto tan humano que requiere de la reciprocidad para expresar afecto máximo o amor y deseo sexual y que cumplen también la función de embelesarnos.(Por supuesto, están excluidos de la celebración los besos sociales y los ligeros e insustanciales con los que se trata hoy al beso en su término léxico y emoticonos, trivialidad que está poniendo en valor el Abrazo, los Saludos y Recuerdos para las despedidas, porque expresan una gradación mucho más auténtica, sugerente, y por tanto, conmovedora).
De esta suerte, como una digna recomponenda y recompensa que LOS BESOS,en estos tiempos más que nunca merecen, se institucionaliza aquí este Día rascando de la memoria los asuntos que yo he ido tratando aquí. Así, como me van viniendo desde el recuerdo.
Los primeros besos que se dejan caer en esta edición vienen de unnúmero 1, David Bowie, que se fue a habitar en otra galaxia porque esta se le quedó chica. En una fotografía con un beso lleno de ternura, el del padre al hijo en un escenario cargado de belleza y simbología musical,
y con esta escena de Merry Christmas Mr. Lawrence (Nagisa Oshima-1983), que debería estar entre las antológicas de los besos del cine, y no tantas chorradas como muestran algunas selecciones. La he visto para la ocasión (magnífica) y podría decir que en esos besos heróicos-homoeróticos se simboliza todo el sentido de la película: aunque los besos sonel único código cuyo significado, con todas las acepciones, se comparte y se entiende por la humanidad entera, entre modelos culturales que chocan y en tiempos de guerra, son irreconciliables. ¡Bowie, bravísimo!
Un día, como no se me ocurriría nada que traer al blog, me serví de la imagen que adorna el fondo de mi escritorio y que es lo primero que veo cuando me siento delante de esta pantalla para tratar a Marc Chagall. Leyendo sobre él y observando sus cuadros, vi el que inspiró el título de una grandísima película..., "El violinista en el tejado". Y ya de paso me recreé en el muestrario de besos que dejó el pintor bielorruso en sus cuadros. En todos ellos, con su impronta surrealista y colorista, se representa a él y a su esposa, y con ellos el inmenso amor de esta pareja. Este cuadro que añado es uno de los más representativos. Muestra ese amor loco, el que embriaga y hace volar hacia el final del principio o hacia el comienzo del final. Se titula "El cumpleaños" pero es un brindis a la felicidad del matrimonio con Bella.
En París y en ausencia de su amada Chagall escribió:
“Abría la ventana, y junto con Bella entraban en mi cuarto el azul de cielo, amor y flores. Vestida toda de blanco y de negro aparece desde hace ya tiempo en mis cuadros como guía de mi arte".
Por una exposición que visité y una película tan buena como desconocida, pasó por Rodmania Edward Munch. Su tratamiento al beso y por ende al amor, a la vida en su conjunto, es muy distinto al anterior. Munchfrecuentaba los temas relacionados con los sentimientos desde un punto de vista trágico, expresando la soledad, la muerte, la angustia o la desesperación desde las vanguardias pictóricas. En"El beso", dos cuerpos se abrazan intensamente, tan intensamente que parece que tiemblan y marcan vibraciones a su alrededor. El abrazo funde a los dos cuerpos cuyos rostros quedan sin identidad, toda diferenciación ha desaparecido. La tensión de esos cuerpos en ese beso sin límites nos muestran algo que ya se intuye trasciende al amor y al deseo: la fusión más allá de la corporeidad.
Stanislaw Przybyswevski, primer biógrafo de Munch, lo describe bajo esta potente impresión lírica:
"Percibimos dos figuras humanas cuyos rostros se han fundido en uno solo. No es posible reconocer ninguna facción en particular. Todo lo que se ve es el lugar donde tiene lugar la fusión: tiene la forma de una oreja descomunal que quedó sorda con el pulsar de la sangre y se convirtió en un charco de carne líquida."
Y aunque se conozca como "La mujer vampiro", E. Munch también tituló como "El beso" a este otro cuadro. También dos cuerpos surgen de la oscuridad pero esta vez con la mujer como dominadora de ese beso a la nuca de un hombre que se postra entre el miedo y el deseo.
Igualmente conmovedor y licuador...
Era verano. Durante las horas tendidas de la playa, como un beso de luz me acordé de esta mujer, Mina Mancini. Reseñas y varios vídeos para referir la grandeza de esta voz y de esta mujer. La dejo con un beso precioso que le estampa Adriano Celentano a la gran Mina guarecida en el pañuelo y el paraguas.
Quizás fue durante el rodaje de esta película, "Io bacio, tu baci", donde se aprende a conjugar el verbo "besar" en italiano mientras se baila, cuando se toma esta instantánea de "Besando bajo la lluvia".
Vino Orson Welles viendo bailar a unas estatuas. En un parque de la preciosa ciudad marroquí de Essaouira, escondido y bandalizado, hay un relieve de Welles que rememora el tiempo que pasó por allí el cineasta rodando Othelo. Traigo de su mano el beso a Desdémonas , el beso "velado" empañado por la confabulación.
Una obra maestra de un cineasta que, por llevar en las tablas de la memoria y la interpretación al inventor de lo humano, William Shakespeare, expresa en este beso la pasión asesina que conjura la muerte cuando no se escuchan las palabras.
Bueno, últimamente me dio por lo ruso. Sí, esto de un blog es como el amor, que lo más intenso, lo que enamora hasta las trancas y los centros, llega sin buscarlo, dónde y cuándo menos te lo esperas... Cosas grandes por tamaño e importancia que nos ha dado la Madre Rusia. A todo ello le dedico " El beso" de Gustav Klim serigrafiado enunamatriuska.
Es decir: un beso de pan de oro dentro de otro beso dorado panificado, dentro de otro pan de beso dorado... y así, hasta el beso más chico y chispeante (por la levadura de la receta ancestral) como este:
Llegó, llegó un día en que los besos se sacudieron el polvo, y fue con el cine. El Séptimo Arte hizo que la expresión artística y la intimidad de la representación para lo amoroso, mostrara los besos tal cual son, en movimiento. Hay un antes y un después en los besos que pasa por el cine, a nivel didáctico, experimental, emocional y estético al mostrar la movilidad de órganos y músculos en la salvable disposición de narices y ojos.
Y lo siento por Marcel Proust, que escribiría lo más grande rastreando el olor de la magdalena pero que quedó a la altura de una babucha cuando dijo que:
"Para el beso, la nariz y los ojos están tan mal colocados como mal hechos los labios". -- ¡HOMMMBRE, POR DIOS! ¿CÓMO VA A DECIR USTED ESO? Acaso; ¿dónde usted colocaría esos órganos de nuestra fisonomía de primates para hacerlos coincidir, sin el drible de la nariz, que es la emoción de claudicar la mirada al sentido de los labios? ¿Usted qué propone, rastrear en la evolución hasta la unicélula o avanzar el pensamiento hasta la "in-persona"?Vea, escuche su "sentencia de muerte" desde el pasado anfiobiótico, pasando por el futuro en el arte de la colocación por el cortaypega de besos de cine encajados en su BSO, don Marcel. Y luego hablamos de la búsqueda de su tiempo perdido..., que pa to hay remedio..., Don Marcel!
Esa escena es el montaje de los besos apasionados del amor al cine, a la infancia, al enamoramiento, a la amistad y a la libertad. Una delicia que pasó por Rodmania de soslayo intencionado aderezando una entrada de desahogo por el amor a las cosas que hacemos (también me tendré que inventar el necesario y honorable Día de las Hostias sin manos, pero a manos llenas... Todo se andará). Y la BSO de Enio Morricone es, una vez más, el sistema neurológico de la película que activa el beso embriagado con el espectador, que besa la película entera.
Y como volvió a pasar por Rodmania cuando hablé de LOS OCHO ODIOSOS de Tarantino y por esta BSO ha ganado el Oscar (por fin), donEnio Morricone se lleva el Beso Premio´16 en su
II edición de Rodmania.
Porque sus BSO´s son obras orquestales de primera magnitud que recuerdan el sentimiento mítico de esas películas pero también pueden abandonar la senda del cine como ya andan, por sí solas. Sin duda no hubieran sido las mismas películas sin las partituras de Morricone. La de Tarantino, por supuesto, quizás una de las que más tenga que deber a la BSO, pero vino de su mano el premio y pasará a la historia como un obra de magna colaboración.
Ahí lo llevas, maestro!!!
Y lo que son las cosas. El I Día del Beso y del Arte yo lo acompañé con una música de Morricone interpretada por la orquesta del francésDominique Moisan.Porque se ve a mucha gente bailando con sus acordes, que suenan a BSO, y se las ve felices con la rutina y la teoría de unos pasos de baile. Yasí será también hoy, porque las veo igualy nunca dejará de sonar a BSO. C'era una volta il West
Pero los besos no admiten ni la rutina, ni la teoría, ni los Días fijados, así que no sé si para la próxima edición habrá besos que rascar por la memoria de las cosas que traiga hasta entonces. Me imagino que sí, porque esto del blog tiene algo de atolondramiento, improvisación, riesgo y gusto (por lo menos para mí) y los besos son acciones también atolondradas, improvisadas y muy gustosas. Y si la cosa se da chunga, pues total, ¿hay pamplina más grande y de la que se pueda prescindir sin dejar rastro que ésta mía del DÍA DEL BESO Y DEL ARTE?
Si las cosas se siembran como se siembra el trigo, alguna espiga sale, porque el trigo es de secano y agarra donde se esparce la semilla al vuelo. Y este año la cosecha ha sido buena, así que como colofón de la fiesta de la cosecha, mi BESO DE ABRIL´16 como se bailan las sevillanas. Sintiendo su compás, el que se acompaña con las palmas sordas, por lentas y decir cosas. Las que admiten el lucimiento por el encaje de una improvisación flamenca que no entiende de pasos de academias. Las que se silencian en el drible de la cintura que guía al otro par de ojos. Las que se bailan por derecho y con paso corto. Todas las que canta Salmarina estarían en esa catalogación, porque estos dos sanluqueños invitan a besar lo que se baila besando por la mirada que escucha.
Pensé en dedicarle la entrada de esta semana a Vargas Llosa con motivo de su 80 cumpleaños. Pero yo no tengo ganas ni tiempo de escribir sobre los robustos y vigorosos pilares en los que se sostienen los espléndidos ochenta años del Nóbel: literatura, política y amor. Porque la celebración ha sido toda una jugosa conjunción de estos tres asientos y a todos ellos debería de referirse un comentario del festejo. Pero me hubiera salido algo largo en lo que me tendría que haber comido el tarro y, total, para qué... La idea la echó por tierra definitivamente una aparición.
Recibía por wassap un mensaje con una imagen.
- Niña, mira el resucitado de Conil!!!!!!
Como todavía colea lo que dan de sí las procesiones de Semana Santa, esa imagen bien merece que yo le dedique un ratillo de ná.
Todos y todas conocemos y utilizamos la expresión "Estoy/está/estás hecho un Cristo" para referirnos a un estado físico lamentable que procede de la tradición cristiana, al trasladar el estado en que quedaría Jesús de Nazaret al llegar a la crucificción habiendo sido previamente azotado, apedreado, entronizado con una corona de espinas que hacía que ríos de sangre corrieran por su rostro, castigado a llevar a hombros la cruz y lanceado por Longinos antes de la expiración. "Estar hecho un cristo" es estar hecho misto o hecho polvo, portar un cuerpo que pide tierra.
Pero claro, Dios está hecho para los humanos, para su confort y desahogo, y se entiende, entonces, que los imagineros intenten trasladar ese "bien" a la vista de los feligreses. Como cada vez la imaginación hace menos y la vista más, es natural que los tallistas de ahora no busquen esa atracción hacia la divinidad para el bienestar común (o individual) en escuchumizaos ni esmirriaos cuyos modelos los encontrarían entre la tropa perroflautista. No, esos modelos para el "misticismo" del siglo XXI se hallan en los gimnasios, entre tíos cuadrados a base de machaque y de proteínas que puedan hacer deleitar de gozo divino a los feligreses.
Pues bien, viendo, observando al Resucitado del pueblo gaditano de Conil, se puede entender que la nueva evangelización va por ese camino: atraer las miradas hacia lo irrefutable, hacia el cuerpo divino que nunca mereció que se lo comieran los gusanos porque se hizo el milagro de que, después de estar hecho un cristo, lo mismo sirviera para una procesión religiosa que para protagonizar una carroza del Día del Orgullo Gay. De un Jesucristo al que verdaderamente crees en su onmipotencia y en eso de "Pedid y se os dará...".
Así es.
¿O no? Y ahora que no nos vengan con que hay que tener fe en lo invisible e intangible, en que lo que resucita es el espíritu y no el cuerpo. Pues que no pongan estos cuerpos macizos sobre andas simulando a uno que pasó por un martirio dando su vida por los mortales con la imagen de un mortal de Hombres-Mujeres y Viceversa(s).
Este Resucitado no merece menos que un acompañamiento musical caribeño como Dios manda...
Total, a mí se me apareció este Cristo y a don Mario se le apareció la Virgen... Así que...
Es la primera vez que traigo una serie a Rodmania, a pesar de que en los últimos tiempos he seguido títulos de ficciones en capítulos que me han reencontrado con el formato. Series de máxima calidad que han dignificado a la pantalla de la TV (conectada) con productos en segmentos narrativos. Llegaron de la mano de fuentes que para mí son de máxima garantía, pero esta que traigo no sé ni cómo la encontré. Por la casualidad o la causalidad que sincroniza un motivo y su efecto, el caso es que cliqué en un conjunto de palabras que desde luego invitaban por su sugerencia lírica, evocando la magnitud física del Tiempo en 17 temporalidades mínimas, casi imperceptibles del término "instantes" dentro de otra temporalidad, la estacional.
17 INSTANTES DE UNA PRIMAVERA
Cliqué en ese vídeo, sí era un vídeo, y encontré una obra de las de enjundia. Tanto, que no sé por dónde empezar, si por el autor de la novela en la que se basa, si por la cineasta, el actor principal, la historia y las leyendas que reúne tras de ella. Vamos por parte.
17 INSTANTES DE UNA PRIMAVERA es una novela del ruso Yulián Semiónovpublicada en la URSS a principios de los 70, en un momento en el que al género policíaco y detectivesco ya le había crecido la rama del espionaje y había dado las primeras obras desde Arthur Conan Doyle (El último saludo) y Joseph Conrad (El agente secreto), cuando a la novela negra se le le añaden los elementos contemporáneos de control de la información por la infiltración y la política en las postrimerías de la Primera Guerra Mundial. Luego vendrán Graham Green (El tercer hombre, El agente confidencial, El americano impasible...) y culminar con John Le Carré (El espía que surgió del frío, El Topo, El Espía perfecto...). Ambos crearon a los agentes infiltrados en el espionaje de altura operando en este lado de "El Telón de acero" desarrollando sus misiones en el terreno abonado que dejó la Segunda Guerra Mundial, la otra guerra, la Fría.
Al otro lado de la cortina, Yulián Semiónov, fraguaría la novela de espionaje soviética de culto. Curiosamente, el ruso y el británico Le Carré se llevan 9 días de calendario, ambos de octubre de 1931, y cada uno en su respectivos lados del muro generaron personajes de entre los más genuinos e inclusivos del género, por aportar a las historias de espías, además de las tramas complejas, el lado psicológico de estos personajes que manejan la información en una interminable partida de ajedrez: el lado humano e íntimo del espía. Ahora se me viene a la memoria El espía que llegó del frío con la cara de Richard Burton y veo más al hombre solitario, frustrado, desolado, que recordar la misión que desarrolla la trama de la que es considerada por la crítica como la mejor novela de espías de todos los tiempos. Y desde sus inicios, literatura de espionaje y cine de espías de la mano, con "agentes" de máxima altura dando obras que se encuentran de entre las mejores de la Historia del Cine.
Mientras los británicos quedaron seducidos por las misiones del bloque occidental con misiones de espionaje y contraespionaje como arma de información y control del bando soviético durante esas décadas de la frontera invisible entre los dos sistemas, el ruso Semiónov retrocede en el tiempo y sitúa la misión de su agente, Max Otto von Stirlit, entre el 12 de febrero al 24 de de marzo de 1945, poco antes de la rendición de Alemania en la Segunda Guerra Mundial . Al protagonista, un sovietespía que trabaja en la oficina central de la SD , se le encomienda comprobar las sospechas del régimen soviético sobre las negociaciones que pudieran estar protagonizando líderes superiores del Reich paralelas a las batallas para un armisticio pactado de los alemanes con los Estados Unidos y el Reino Unido a espaldas del Kremlin. El agente Stirlit, instalado desde hace más de una década dentro del servicio de inteligencia de la SS, recepciona la misión y será el encargado de confirmar estas conversaciones y desestabilizarlas para los intereses del Frente del Este en este momento álgido de la contienda, y a más de esto, hacer valer la lealtad de Stalin con los aliados en la estrategia común y única de aniquilar al régimen nazi.
Yulián Semiónov tenía todos los resortes para dotar a su novela de ese carácter histórico y documental. Corresponsal que pasó por Francia, Alemania, Cuba, Japón, EE.UU. y América Latina; posteriormente por Afganistá, España, Chile, Cuba, Paraguay, rastreando a los nazis escondidos y a los líderes de la mafia siciliana, participando en las operaciones militares de guerilleros vietnamitos y laosianos. Una actividad novelesca y aventurera, estaba constantemente en el centro de los eventos políticos importantes de aquellos años de la Guerra Fría.
Así, se convirtió en uno de los pioneros del periodismo de investigación. En los años 80 funda y preside hasta su muerte (1993) la Asociación Internacional de Escritores de Novela Policíaca y Política. Gracias al intérprete ruso-español, "el camarada Google", parece que Semionov pudo investigar en los archivos "inaccesibles" de la KGB y que llegó a recoger información para esta serie narrativa del mismísimo Kim Philby, para John Le Carré la bestia negra del espionaje . O quizás porque sería amigo de por vida del que fue su compañero de pupitre en el Instituto de Estudios Orientales de Moscú, que llegó a ser jefe del espionaje ruso y canciller,Evgueini m. Primakov. Viniera de dónde viniera, el caso es que el periodista-escritor tenía información de primera mano.
En su suma y sigue, reseñar su pertenencia al Comité Internacional de Restitución de Tesoros Rusos a la Patria. Yulián Semiónov colaboró en las operaciones que permitieron a Rusia rescatar los restos de parte de la biblioteca de Serge Lifar y Serguéi Diáguilev, el maravilloso tapiz con la imagen de la familia real del Palacio de Livadia y muchos otros bienes culturales. Fue de enorme trascendencia el trabajo que desplegó para la búsqueda de la Cámara del Ámbar.
En el momento de escribir la novela, Semiónov ya estaba inmerso en los tiempos de cambio que anunciaban la Perestroika, y con su bagaje, sus contactos y su fluidez de pluma, se convirtió en la persona que le escribiría los discursos a Gorbachov. Me he quedado estupefacta con este personaje.
No he leído el libro, está en Hoja de Lata (2015), (cada vez tengo más la sensación de que hay personas para las que el día debe tener las horas de tres, como para este hombre, porque a mí, mis humildes tareas se me acumulan). No sé, quizás para el verano que cunde más el día. De momento lo que sí he visto es la serie de 12 capítulos de la cineasta también rusa, claro, Tatyana Lioznova, estrenada en la URSS en 1973.
Lioznova, Artista del Pueblo de la URSS, (se entiende que "de la casa"), pasó a la historia de la filmografía rusa por este trabajo. Tras haber leído un extracto de la novela de Semionov publicado en una revista, se valió de su cercanía al régimen soviético (se entiende que la cercanía al aparato era condición sine qua non de todo quisqui que produjera soviéticamente) y el Presidente del Comité Estatal de Radio y Televisión aceptó su propuesta para rodar el proyecto.´
Y sinceramente, magistral el formato y el tratamiento de la narración que ha pasado a la historia de Rusia como la Madre de todas las series.
El producto fílmico es un pulcro ensayo cinematográfico de mestizaje histórico-documental y ficción, que sigue fielmente el denso guión del novelista. Escrupuloso al más estilo soviético, verán doce episodios de una historia con incrustaciones de Historia gracias a las imágenes aportadas por el archivo documental de la guerra custodiado por el Kremlin y un desfile de personajes históricos del III Reich que interactúan en la compleja trama novelesca de la misión del agente Stirlitz y su equipo de la que no se pierde detalle por la impagable ayuda de la voz en off que ordena el tiempo interno de la narración (siempre en pasado).
Poco he podido saber de esta mujer, a trompicones de traductor, murió en 2011 y su otro trabajo más nombrado es Tres Álamos en Plyuschikha (1967), una historia de amor inspirada en la letra de una canción titulada " "Ternura" entre un taxista y una campesina casada. Si el camarada intérprete Google no me ha jugado una mala pasada, se trata de la Casablanca rusa que se ganó los corazones de la patria. La destacan por haber imprimido a sus trabajos la combinación de heroísmo y patriotismo con un tono lírico y sensible. Y desde luego en esta serie borda las dosis justas de este difícil cóctel de austeridad, precisión, acción y sensibilidad.
Porque no se trata de un panfleto. Evidentemente cumple una función propagandística de enaltecimiento de una nación, que se irá desvaneciendo mientras el régimen envejece para quedar como una película de más de catorce horas con calidad y magisterio per se.
Con más thriller que aventura, con muchísimo más guión que poses, con perfección en el ritmo de aceleración y pausas, con unas interpretaciones sobresalientes, logra la condición de obra maestra de trabajo cinematográfico.
Stirlitz
Vyacheslav Tikhonovel, el más aristocrático de los príncipes rusos, (Andrei Bolkonski en GUERRA Y PAZ de Serguéi Bondarchuk), se convertirá con este papel en héroe nacional. El espía Stirlitz simboliza una imagen colectiva que se nutre de las historias de varios espías que trabajaron en misiones superiores en la parte alemana. Representa la victoria de la inteligencia rusa por el dominio de recursos psicológicos y analíticos, las conjeturas y coartadas en ese estado de paranoia que en esa fase de la contienda se encuentra todo el aparato nazi. Pero es el tratamiento del ser humano, del hombre ruso, el camarada Yustas, el que imprime al protagonista de ese sello sensible que lo aleja del histrionismo panfletario característico de las producciones de los regímenes totalitarios. Su compromiso, la asunción del deber no es solo con la nación. En el mismo rango se sitúa la responsabilidad para sus colegas, demostrando qué significa el término "camaradería" en toda su amplitud y en cualquier circunstancia. El episodio que aporta la acción y el afecto humano del agente hacia los camaradas amigos es un ingrediente novelesco que emociona por su conmovedora contención. Magistral la función del personaje que prolonga la cineasta y el trabajo de interpretación de esta actriz, Ekaterina Gradova.
Actor y personaje fundidos en la retina y psicología colectiva de millones de rusos que dejaban las calles desiertas en el horario de emisión de la serie año tras año los días en que el régimen festejaba la Victoria. Hasta tal punto se fundenVyacheslav Tikhonov con Stirlitz o se reencarnan mutuamente en el imaginario colectivo que, a la muerte de Viacheslav Tíjonov (2009), en su tumba la imagen a la que el pueblo rindió homenaje fue la del espía Max Otto von Stirlit colmado de flores. No sé si habrá en la historia un intérprete que haya sido despedido por un pueblo con los honores del personaje. Lo más cercano que yo he podido experimentar en este sentido fue en la reciente muerte de Omar Shariff, y creo que no es un sentimiento particular. Para millones de seres moría, una vez más como tantas y tantas que le quedará por perecer en la imortalidad, Yuri Zhivago sufriendo el infarto en el tranvía y yaciendo en el asfalto de Moscú.
Pero el régimen se agotaba. Y cuando sintió que se tambaleaban sus cimientos, dejó de emitirse la serie. Y 17 INSTANTES DE UNA PRIMAVERA se convirtió en una amenaza para el régimen, precisamente por el trabajo de la directora y de los intérpretes. Los lugartenietes del Fürer que desfilan no son tratados como alemanes con cuernos y rabos. Porque no les hace falta disfrazarlos de crueldad ni de cinismo. Para eso está la función que cumplen las imágenes que muestran los archivos documentales.Los primeros espadas nazis también son hombres reflexivos, inteligentes, hablan de política con la misma altura y sospechan con la misma certeza que el ruso. Y con los años, Stirlitz también empieza a descongelarse, y comenzará a representar a los rusos y rusas jóvenes, inteligentes, analíticos y sensibles que también viven entre semejantes igual de totalitarios, en las mismas condiciones de sacrificio que el agente secreto. Que ya son conocedores de los horrores del régimen soviético. Y entienden el código intercambiable de las esvásticas por el de las hoces y los martillos. Entienden las claves de otra misión clave.
Aunque ya el Kremlin no la repuso más de forma institucional, quedó grabada en el la conciencia colectiva para convertirse en ese objeto de culto de una época y de un país.
El trabajo actoral de los intérpretes que dan vida a los alemanes es encomiable: Vyacheslav Tikhonov, Leonid Bronevoy, Evgeni Evstigneev, Mikhail Zharkovsky, Oleg Tabakov, Nikolai Prokopovich, sobresaliendo entre ellos Bronevoy en el papel de Müller.
Un cura pacifista, un profesor, Berlín y Berna. Mucho café y mucho humo. Silencios y diálogos densos. Tensión y lirismo. Y la banda sonora, la música brillante y emocionante del compositor de origen armenio Mikael Tariverdíev, cuyo tema principal, Mgnovenia ("Instantes") es un poema del poeta Róbert Rozhdéstvenski. Un elemento que la sublima y sintoniza con la poética del título. En otras variaciones, con otros temas del mismo compositor, dos temas de Édith Piaf, incluso jazz..., la música brilla por sí sola.
Eso sí, aviso que oír hablar en ruso a los alemanes tiene tela de guasa. Pero eso también formó parte de la victoria del bando del Este. Oigámoslo así.
Si hay alguien interesado, por supuesto la versión en blanco y negro del 73.
Para estos días, los mismos días de aquel calendario en la Europa donde la primavera asoma tan tímidamente que no sobra aun el abrigo y solo se atisba por el vuelo de las bandadas de pájaros coordinados en metafórica geometría y algún brote que rompe en las ramas.