jueves, 22 de febrero de 2018

EL GÉNERO ENSAYÍSTICO


Un ensayo es una obra literaria relativamente breve, de reflexión subjetiva pero bien informada, en la que el autor trata un tema por lo general humanístico de una manera personal y sin agotarlo, y donde muestra cierta voluntad de estilo, de forma más o menos explícita, encaminada a persuadir al lector de su punto de vista sobre el asunto tratado. El autor se propone crear una obra literaria y no simplemente informativa, y versa sobre todo de temas humanísticos (literatura, filosofía, arte, ciencias sociales y políticas...), aunque también, más raramente, de asuntos científicos.

El ensayo, a diferencia del texto informativo, no posee una estructura definida ni sistematizada o compartimentada en apartados o lecciones, por lo que suele carecer de aparato crítico, bibliografía o notas, o estas son someras o sumarias (en el caso del ensayo escolar, es preciso aportar todas las fuentes); ya desde el Renacimiento se consideró un género más abierto que el medieval tractatus o tratado o que la suma, y se considera distinto a ellos no solo en su estructura libérrima y nada compartimentada en secciones, sino también por su voluntad artística de estilo y su subjetividad, ya que no pretende informar, sino persuadir o convencer del punto de vista del autor en el tratamiento de un tema que, como ya se ha dicho, no pretende agotar ni abordar sistemáticamente, como el tratado: de ahí su subjetividad, su carácter proteico y asistemático, su sentido artístico y su estructura flexible, que personaliza la materia.

El ensayo es una interpretación o explicación de un determinado tema —humanísticofilosóficopolíticosocialculturaldeportivo, por mencionar algunos ejemplos—, desarrollado de manera libre, asistemática, y con voluntad de estilo sin que sea necesario usar un aparataje documental.

En la Edad Contemporánea este tipo de obras ha llegado a alcanzar una posición central.En la actualidad está definido como género literario, debido al lenguaje, muchas veces poético y cuidado que usan los autores, pero en realidad, el ensayo no siempre podrá clasificarse como tal. En ocasiones se reduce a una serie de divagaciones y elucubraciones, la mayoría de las veces de aspecto crítico, en las cuales el autor explora un tema concreto o expresa sus reflexiones sobre él, o incluso discurre y diserta sin tema específico.
Ortega y Gasset lo definió como «la ciencia sin la prueba explícita». Alfonso Reyes afirmó que «el ensayo es la literatura en su función ancilar» —es decir, como esclava o subalterna de algo superior—, y también lo definió como «el Centauro de los géneros». El crítico Eduardo Gómez de Baquero —más conocido como Andrenio— afirmó en 1917 que «el ensayo está en la frontera de dos reinos: el de la didáctica y el de la poesía, y hace excursiones del uno al otro». Y por su parte Eugenio d'Ors lo definió como la «poetización del saber».
Utiliza la modalidad discursiva expositivo-argumentativa. A esto convendría añadir además que en el ensayo existe una «voluntad de estilo», una impresión subjetiva que es también de orden formal.

Otros géneros didácticos emparentados con el ensayo son:


El desarrollo moderno y más importante del género ensayístico vino sobre todo a partir de los Essais (1580) del escritor renacentista francés Michel de Montaigne. Unos años después, Francis Bacon siguió su ejemplo y publicó sus Essays que en su primera edición de 1597 contenía 10 ensayos y en su tercera edición, la más amplia e impresa en 1625, contenía 59 ensayos.

Los precedentes más antiguos del ensayo hay que buscarlos en el género epidíctico de la oratoria grecorromana clásica, en los Diálogos de Platón o en la Poética de Aristóteles (Grecia); el ensayo latino nace con Horacio, Jenofonte y Plutarco en los libros Arte PoéticaMemoralia y Vidas paralelas, respectivamente. Sin embargo consideran a Séneca como el precursor del ensayo moderno porque sus escritos (Epístolas morales a Lucilo) manifiestan la reflexión y la polémica.; las Cartas a Lucilio de Séneca y los Moralia (de Plutarco) vienen a ser ya prácticamente colecciones de ensayos.

EL ENSAYO EN ESPAÑA

En España el género surge con el Renacimiento en forma de epístolasdiscursosdiálogos y misceláneas en el siglo XVI. La primera muestra del género son las Epístolas familiares (1539) de Fray Antonio de Guevara y los diálogos (casi siempre erasmistas, como los de los hermanos Alfonso y Juan de Valdés; el Diálogo de la dignidad del hombre de Fernán Pérez de Oliva.

Luego aparece sólidamente constituido a principios del siglo XVIII con el muy reimpreso Teatro crítico universal (1726-1740) y las Cartas eruditas y curiosas (1742-1760) del padre Benito Jerónimo Feijoo, quien los denomina discursos (de "discurrir") o cartas; a finales del mismo, bajo la vaga y falsa apariencia de novela epistolar, aparecen las Cartas marruecas (1789) de José Cadalso y las Cartas económico-políticas (1785-1795) de León de Arroyal.

Solamente en el siglo XIX tomará la denominación propia como género autónomo de ensayo cuando empiecen a escribirlos algunos autores de la Generación de 1868Emilia Pardo Bazán (La cuestión palpitante, 1883 y 1884), Juan Valera (Disertaciones y juicios literariosLa libertad en el arte...), Marcelino Menéndez Pelayo, quien emplea ya el término (Ensayos de crítica filosófica), Leopoldo Alas (Solos, 1881, y Palique, 1894)...

La prensa empieza a acogerlos en algunas revistas de fin de siglo y ya se encontrará completamente asentado propiamente con los escritos en el siglo XX por la Generación del 98Miguel de Unamuno (En torno al casticismo, 1895, y otros), José Martínez Ruiz (Al margen de los clásicos, 1915), Pío Baroja (La caverna del humorismo, 1919; El tablado de Arlequín y Nuevo tablado de Arlequín, 1903 y 1917; Vitrina pintoresca, 1935; Momentum catastroficum, 1918); Ramiro de Maeztu (Hacia otra España, 1899; La crisis del humanismo, 1919) y Antonio Machado (Juan de Mairena, 1936).

Destaca especialmente el Novecentismo, que contó con ensayistas tan dotados como José Ortega y Gasset (Meditaciones del Quijote, 1914; El Espectador 1916-1934, 8 vols.; España invertebrada, 1921; La deshumanización del arte, 1925 etc.); Ramón Pérez de Ayala (Las máscaras, 1917-1919; Política y toros, 1918, etc.); Gregorio Marañón (Ensayo biológico sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo, 1930; Tiempo nuevo y tiempo viejo, 1940; Don Juan. Ensayo sobre el origen de su leyenda, 1940; Ensayos liberales, 1946); Eugenio d'Ors (Glosari, 1915-1917; Oceanografía del Tedi, 1918; Tres horas en el Museo del Prado. Itinerario estético, 1922); Rafael Cansinos Asséns (El divino fracaso, 1918; Ética y estética de los sexos, 1921; La nueva literatura 1917-1927, 4 vols.; Los temas literarios y su interpretación, 1924 etc.); Ramón Gómez de la Serna (La utopía, 1909; El concepto de nueva literatura, 1909; El rastro, 1915; Ismos, 1931); José Bergamín (La cabeza a pájaros, 1934; El arte de birlibirloque - La estatua de Don Tancredo - El mundo por montera 1961; Ilustración y defensa del toreo, 1974; Beltenebros y otros ensayos sobre literatura española Barcelona, 1973; El clavo ardiendo, 1974; La importancia del demonio y otras cosas sin importancia, 1974, o Manuel Azaña (Ensayos sobre Valera), entre otros.

EL ENSAYO EN ESPAÑA A PARTIR DE 1975

En el renacer que conoce la también llamada “prosa intelectual” en estos primeros años de la etapa democrática, hay que considerar la importancia de algunos factores:

- El antecedente que supone la “apertura ideológica”  que comienza en los años 60, impulsada principalmente por profesores universitarios (Enrique Tierno GalvánHumanismo y sociedad,1964; Agustín García Calvo), y apoyada por la aparición de determinadas revistas (Triunfo, Cuadernos para el diálogo) y editoriales (Anagrama).

- La desaparición de la censura y la difusión de corrientes de pensamiento de otros países.

- El regreso o reconocimiento de pensadores exiliados y la difusión de su obra. María Zambrano (discípula de Ortega, y en singular equidistancia muchas veces entre filosofía y lírica) o Francisco Ayala (que aún sigue publicando: Miradas sobre el presente: ensayos y sociología, 2006) comparten en sus textos reflexiones sobre la historia y la situación de España.
     
 Etapas (temas-estilo). Medios de difusión.

Si nos viéramos obligados a realizar una periodización en función de los temas dominantes, podríamos distinguir tres etapas: una primera en la que la desaparición de la censura favorece una explosión del ensayo de carácter histórico y político (guerra civil,…); en los ochenta, alcanzada una cierta estabilidad política, se da paso a textos en que prevalecen reflexiones éticas y estéticas; en los 90 y en la actualidad predomina el análisis de los cambios de la sociedad actual.

Identificamos varios campos de procedencia en los autores más destacados de estos últimos 30 años: la literatura (Manual Vázquez MontalbánCrónica sentimental de la transición,1985; Jon JuaristiEl bucle melancólico. Historias de nacionalismos vascos, 2000), la psiquiatría Luis Rojas MarcosLas semillas de la violencia, 2001; Carlos Castilla del Pino, Teoría de los sentimientos, 2000), la filosofía (Fernando SavaterInvitación a la ética,1982; José Antonio Marina) o la sociología (Vicente Verdú).

Prácticamente toda la nómina de autores citada alterna su colaboración en periódicos y revistas, con la elaboración de textos más extensos. Si bien es cierto que en la primera parte de la etapa estudiada se aprecia una mayor importancia de la prensa en la difusión de pensamiento crítico; mientras que en la segunda se ha ido imponiendo el ensayo largo en formato libro. Y todo ello en un periodo caracterizado por la voluntad de mantener un discurso comprensible para el lector, en el que la cierta libertad expresiva de los primeros años ha ido transformándose en una voluntad de estilo literario más marcada a medida que se acercaba el fin de siglo.

Aunque en la actualidad el libro tenga un papel destacado cuando hablamos se “ensayo”, no hay que desdeñar la vitalidad de otros formatos. Así el subgénero periodístico conocido como “columna”, de inequívoca vocación literaria, habida cuenta de la concentración de recursos e intensificación de la expresividad a que obliga la brevedad. Cultivador notable es  Juan José Millás, quien llega en ocasiones a hibridar la reflexión ensayística con los textos de ficción en los que ha denominado “articuentos”.

Hoy en día, también es innegable el papel de internet como medio, especialmente en la difusión de pensamiento más crítico o radical que no tiene cabida en otros medios (el periodismo digital “alternativo” a la prensa convencional o el fenómeno en auge de los blog).

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