1. BREVE
RESEÑA BIOGRÁFICA DEL AUTOR
Pío
Baroja, perteneciente a la Generación del 98 y considerado por la crítica como
el novelista español más importante del siglo XX, nació en San Sebastián en
1872 y vivió, durante casi toda su vida, en Madrid. Allí estudió medicina y se
doctoró con una tesis sobre el dolor, donde afirmaba la relación directa entre
inteligencia y dolor.
Su
ejercicio como médico en Cestona (Guipúzcoa) fue breve. En su juventud fue un
anarquista convencido, que se reflejará en sus obras mediante un total y
sincero inconformismo hacia casi todo: la religión, la política, hacia el
hombre y hacia la vida en general. Quizás, por ese inconformismo sentía una
enorme ternura hacia los seres más desvalidos y marginados de la sociedad. Sus
ideas sobre el hombre y el mundo se inscriben a la perfección en la línea del
pesimismo existencial, religioso, social y económico. Permaneció agnóstico y el
catolicismo le repelía a causa de la influencia negativa de la iglesia en la
vida política y social española. Muere en Madrid en 1956.
2. INTRODUCCIÓN
A LA OBRA
El
árbol de la ciencia (1911), obra perteneciente a la trilogía de “La raza”, es
la novela noventayochista que mejor expresa la crisis existencial del tránsito
del XIX al XX. Su tema central es la desorientación del hombre inadaptado y
encerrado en un callejón sin salida que busca un sentido a la vida pero que la
insatisfacción ante los ambientes que le rodean y las dolorosas experiencias
vitales lo conducirán al suicidio. El dilema en la obra, de ahí el título, es,
o la acción en el círculo que nos rodea, o la abstención y la contemplación
indiferente de todo (ataraxia). Andrés Hurtado vacila entre ambas direcciones.
Su doble fracaso: no acierta a ver la posibilidad de una acción fructífera; y,
por otro lado, la contemplación y el conocimiento de la verdad (“el árbol de la
ciencia”) le lleva al dolor y a la angustia. Se trata de una novela de
aprendizaje, ya que a lo largo del relato se va conformando la personalidad del
protagonista desde la juventud hasta la madurez, a partir de un “viaje” por el
mundo exterior (Valencia, Madrid, Alcolea...), y por su mundo interior
(lecturas filosóficas y charlas con su tío Iturrioz). Esta novela posee un gran
componente autobiográfico (Andrés Hurtado es el Baroja joven, su tío Iturrioz,
el Baroja maduro; la vida del estudiante de Medicina; la muerte del hermano
pequeño (muerte del hermano mayor Darío Baroja); el periodo de médico en
Alcolea del Campo (fue médico en Cestona); la lectura de filósofos como Kant,
Schopenhauer o Nietzsche...).
3. TEMAS
Y CONTENIDO IDEOLÓGICO
El tema fundamental de la novela, ya
mencionado más arriba, es la búsqueda del sentido de la existencia humana, que
Andrés Hurtado persigue de mil maneras pero no llega a encontrar (de ahí la
angustia, el aislamiento, la abulia y el suicidio). A este tema están
subordinados todos los demás temas: La preocupación por España: en la línea de
la Generación del 98 se refleja la vida española de finales del siglo XIX: la
pobreza cultural del país (ineptitud de los profesores...), la pasividad; el
egoísmo de la vida rural y su inmovilismo; las miserias, las injusticias y la
apatía de la ciudad; la gran diferencia entre ricos y pobres; el caciquismo; la
influencia nefasta de la moral católica; la corrupción política y la
explotación... . España está enferma y para combatir la enfermedad hay que
diagnosticarla. Para ello Baroja nos muestra una amplia galería de personajes
egoístas, incultos, crueles, incomprendidos, vagos, explotados... La crítica afecta a todos los sectores: la
Universidad, la prensa, la política, la burguesía, el mundo urbano, el mundo
rural... La lucha por la vida: la obra
es una denuncia de la injusticia social y de la explotación del hombre por el
hombre. Andrés Hurtado termina convenciéndose de que la injusticia social no
tiene solución, por lo que la acción revolucionaria carece de sentido. Los más
fuertes dominarán siempre a los débiles, de acuerdo con las ideas de Darwin.
Las preocupaciones filosóficas: Andrés Hurtado busca respuesta a sus preguntas
en la filosofía irracionalista de la época. En la obra se da una confrontación
entre abulia, abstención de todo, escepticismo, pesimismo existencial
(Schopenhauer) y voluntad, acción, participación y vitalismo (Nietzsche); pero
Hurtado se decantará por la “ataraxia” de Schopenhauer porque la felicidad solo
puede venir de la inconsciencia y el conocimiento trae siempre dolor. Frente a
la negación de la voluntad de vivir (ataraxia), Hurtado opta por el suicidio,
que para Schopenhauer es la afirmación enérgica de esa voluntad de vivir y el
rechazo de las condiciones en que se ofrece la vida. Además, también ha leído a
Kant ( C rítica de la razón pura): el hombre conoce los fenómenos de la
realidad pero no su explicación intelectual. La ciencia y el conocimiento:
tampoco ofrecen una solución al sentido de la vida, al contrario, agudizan el
sufrimiento humano: es preferible la inconsciencia. Es más feliz quien
desconoce, quien ignora. Este pensamiento lo recoge de Schopenhauer y está en
el poema “Lo fatal” de Rubén Darío. Andrés Hurtado cree en la ciencia, pero no
en la de su momento, sino en la que está por venir. Por eso la novela termina
diciendo que “tenía algo de precursor”. Baroja, agnóstico y anticlerical,
identifica el “árbol de la ciencia” con la búsqueda de la verdad mediante la
razón, el análisis y la inteligencia. “El árbol de la vida” estaría
representado por los que prefieren vivir en la mentira, la inconsciencia, la
sensiblería, la fuerza opresora, el optimismo infundado, la superstición y la
religión. En la obra predominan los personajes que se decantan por esta última
opción. La religión: queda reducida a la categoría de superstición. Andrés
Hurtado pierde pronto la fe y sintoniza con las ideas de Kant de que los postulados
de la religión son indemostrables: todo ello le provoca la angustia existencial
y el hastío, en la línea del 98. La soledad y la incomunicación: el absurdo del
mundo y del ser humano provoca en Andrés Hurtado el aumento progresivo de su
instinto antisocial. El dolor: asociado a la enfermedad y muerte de Luisito.
Esta acentúa la tristeza de Hurtado: se enfrenta por primera vez al dolor y no
lo entiende; posteriormente, con la muerte del hijo y de Lulú el dolor será
insoportable; solo en su propia muerte encontrará la serenidad y la paz. El
amor: tampoco en él encuentra una respuesta. Entendido como sentimiento
romántico está satirizado en la figura de Lamela. El amor familiar se pone en
entredicho (en la familia Hurtado). El amor por Lulú es fructífero siempre que
no transmita la vida; Andrés Hurtado al tener un hijo sólo perpetuaría el dolor
de vivir (Naturalismo). La relación padre-hijo : que en la obra es fría y
antinatural, acrecentada por la ausencia de la madre, cuya presencia hubiera
podido atenuar esa frialdad.
4. ESTRUCTURA Y CONTENIDO DE LA OBRA
El árbol de la ciencia es una novela cerrada,
no sólo por la muerte de sus protagonistas, sino también por la disposición
narrativa de sus elementos. En cuanto a su organización externa, la obra se compone
de siete partes, que constan de un número desigual de capítulos cada una (hay
53 en total, cada uno con su título correspondiente). En lo que respecta a su
organización interna, podemos dividirla en tres etapas fundamentales: las dos
fases de la vida de Andrés Hurtado, que siguen el mismo proceso y acaban en
fracaso y la unión entre ambas (charla con Iturrioz): A) La primera etapa:
periodo de formación que se compone de las tres primeras partes del libro: La
vida de un estudiante en Madrid (once capítulos), Las Carnarias (nueve
capítulos) y Tristezas y dolores (cinco capítulos). En La vida de un estudiante
en Madrid Baroja analiza la relación desdichada de Hurtado con su familia, sus
amistades, su decisión de estudiar medicina y la decepción que le producen los
estudios. Andrés Hurtado se convierte en un joven solitario e irritable ante la
crueldad y la estupidez humanas. Su práctica como médico en el hospital San
Juan de Dios confirma sus peores miedos; el sufrimiento humano no tiene remedio
y los médicos son unos desalmados. Todo esto le convence más de la filosofía
pesimista de Schopenhauer: el ser inteligente, el darse cuenta de las cosas,
aumenta el dolor propio. En Las Carnarias entra en contacto con la miseria y la
sordidez del Madrid finisecular. Entre los personajes hay chulos, mendigos,
bohemios, ladrones, prostitutas, prestamistas… sin embargo, conoce a Lulú, una
muchacha con nobleza e independencia. Después de ver ese mundo opina que “la
vida es una lucha constante, una cacería cruel en que nos vamos devorando los
unos a los otros” (Homo homini lupus, de Plauto/Hobbes); al individuo solo le
preocupa su bienestar y los únicos fines que lo estimulan son los egoístas. Su
tío Iturrioz le planteará las dos opciones vitales que se le presentan: la “ataraxia”
o contemplación indiferente e indolora de la realidad y la acción destinada a
cambiar las cosas, pero reducida a un pequeño círculo. En Tristezas y dolores
Andrés Hurtado experimenta el sufrimiento en sus propias carnes: Luisito, su
hermano pequeño cae enfermo. Sospechando que puede ser tuberculosis se lo lleva
a un pueblo próximo a Valencia. Aunque se recupera casi por completo, Andrés
Hurtado insiste, frente a la oposición familiar en que residan allí por más
tiempo. El padre, contrariando sus indicaciones se lo lleva a Valencia. Empieza
a preparar el doctorado y consigue un empleo en un pueblo de Burgos. Permanece
incomunicado hasta el momento que recibe una carta familiar, anunciándole la
muerte de Luisito. Esta pérdida perturba su paz interior y le lleva al
escepticismo ante la ciencia y a las más negras ideas ante la vida. A los
momentos de tranquilidad le sigue siempre la tragedia. B) Segunda etapa:
paréntesis filosófico que sirve de enlace entre las otras dos partes.
Corresponde a la cuarta parte del libro: Inquisiciones (cinco capítulos) y en
ella se exponen las teorías de diversos filósofos durante las conversaciones
entre Andrés Hurtado y su tío Iturrioz (que representa al Baroja maduro y
escéptico). La muerte de su hermano despierta en Hurtado una vez más la
conciencia del dolor, ahora su preocupación principal es la de encontrar una
plan filosófico que le explique el mundo y la vida. Habla con Iturrioz sobre
esto y le dice que ha encontrado ese plan en la filosofía de Schopenhauer. Andrés
Hurtado considera que la ciencia es la única esperanza del hombre y que sirve
para transformar la realidad e Iturrioz es pesimista: el pensamiento científico
no puede construir un mundo mejor debido al egoísmo del hombre, que es lo que
hace a la sociedad ser como es. El protagonista, tras esta conversación, se
inclina por la “ataraxia” (abstención y contemplación indiferente de todo). C)
Tercera etapa: que lo llevará a la destrucción final y formada por las tres
últimas partes del libro: La experiencia en el pueblo (diez capítulos), La
experiencia en Madrid (nueve capítulos) y La experiencia del hijo (cuatro
capítulos). En La experiencia en el pueblo, Andrés Hurtado se traslada como
médico titular a Alcolea del Campo, microcosmos de la España rural de la época:
el caciquismo campa a sus anchas, el orgullo y la vanidad son sus
características, la crueldad es el comportamiento más habitual, la envidia
impide la realización de un trabajo libre y eficaz... En Alcolea se refuerza su pesimismo y ve cómo
su odio crece hasta tal punto que decide apartarse de todo y practica la
segunda vía propuesta por su tío: la “ataraxia”. Ya no experimenta cólera, se
siente divinizado y pierde su espíritu agresivo. Prácticamente todo le es
indiferente. Hurtado permite que un impulso sexual perturbe su “ataraxia” y paz
interior y mantiene una relación con una mujer. Precisamente dice Schopenhauer
que los impulsos sexuales son una de las cosas que pueden acabar con ese estado
de serenidad y paz interior. En La experiencia en Madrid, a su regreso a la
capital, se entera de que España se encuentra en guerra por las colonias en
América y Filipinas (denuncia la indiferencia del pueblo ante la derrota).
Encuentra trabajo como médico de higiene, aunque no le produce ninguna
satisfacción pues trabaja con todo tipo de personajes marginales, prostitutas,
vagabundos... por los que también siente desprecio al igual que por las clases
altas. Poco después, Aracil le proporciona un puesto en una sociedad de ayuda a
los pobres. A pesar de que era un trabajo que no le indignaba, se le hace
pesado. Al final de esta parte, Andrés confiesa su amor por Lulú. En La
experiencia del hijo, se casa con Lulú y encuentra un periodo de tranquilidad,
aunque desconfía de su propia situación de satisfacción personal. Más adelante,
deciden tener un hijo, aunque Andrés Hurtado recela de esta idea llevado por su
pesimismo cada vez más acuciante. Cuanto más se aproxima el momento del parto,
más angustiado se siente. Finalmente, todo se derrumba para él con la tragedia del
hijo muerto y el fallecimiento de Lulú. Sin fuerzas ya para vivir una
existencia insoportable para él, en un callejón sin salida por haber perdido
toda esperanza en la vida y en la ciencia, Hurtado se suicida.
5.
ESPACIO Y TIEMPO
Los espacios que aparecen en la novela son de
dos clases: real (Madrid: el hospital de San Juan de Dios, la Biblioteca
Nacional, el Retiro, el Jardín Botánico...; Burgos y Valencia); y otro de base
real (Alcolea del Campo), que no existe en la realidad pero podría tratarse de
cualquier municipio de Ciudad Real limítrofe con Andalucía. Se combinan los
espacios abiertos y cerrados dependiendo de la intención de Baroja. Gran
importancia tienen los ambientes y su impresionismo descriptivo, que atiende al
efecto que el paisaje causa en el ánimo de los personajes. Andrés Hurtado se
mueve en una sociedad inmersa en las más diversas miserias y lacras sociales
pero la realidad española se estructura más marcadamente en la contraposición
campo−ciudad. El tiempo externo coincide con la época en que vivió Baroja, es
decir, finales del siglo XIX y principios del siglo XX; el tiempo interno, por
su parte, sigue casi siempre un orden cronológico y lineal: desde el comienzo
de la carrera de Andrés hasta su suicidio; aunque hay rupturas temporales
cuando el protagonista recuerda su infancia (analepsis) y el tiempo narrativo
se detiene en las conversaciones entre Hurtado y su tío Iturrioz.
6.
LENGUA Y ESTILO
El narrador de la obra es omnisciente
subjetivo en la mayor parte de las ocasiones. En cuanto a la técnica barojiana,
en la línea perseguida por la Generación del 98, destaca por su escaso interés
por lo estético y su preferencia por la naturalidad y la espontaneidad. Usa con
austeridad los recursos, su prosa es clara, sencilla, antirretórica y directa,
con abundancia de frases cortas y muy expresivas (más cercana al lenguaje
hablado que al escrito). Además, repite estructuras sintácticas y su léxico es
más bien limitado y sencillo, hasta el punto de que comete alguna incorrección,
como el pleonasmo del pronombre personal de tercera persona: “ninguno de los
dos le tomaba en serio a Lamela”. Una peculiaridad estilística importante de la
narrativa barojiana es el distanciamiento irónico y el humor sarcástico del
novelista con respecto a sus personajes, a través de un lenguaje frío y
analítico. Pero Baroja alterna ese objetivismo con estallidos subjetivos y
apasionados comentarios valorativos. En la descripción de personajes tiende a
la valoración ética, a menudo usando la “técnica del improperio”, acumulando
adjetivos y expresiones de rechazo, desdén y pesimismo. En la descripción de
paisajes, presenta el paisaje en continuo cambio (en relación con el paso del
tiempo) y el efecto que el paisaje o los ambientes causan en el ánimo del
personaje. Asimismo, aparece mucho el estilo directo (diálogo), aunque también
nos encontramos con el estilo indirecto (“Hurtado le contaba lo que hacía, le
hablaba de la clase de disección…”) y el estilo indirecto libre (voz del
personaje) (“A pesar de su caridad y de sus buenas obras, este hermano Juan era
para Andrés repulsivo; le producía una impresión desagradable… Había en él algo
anormal. ¡Es tan lógico, tan natural en el hombre huir del dolor, de la
enfermedad, de la tristeza!”). No hay monólogo interior ni monólogo en toda la
obra. Baroja no deja en ningún momento solo a su protagonista.
7. PERSONAJES El árbol de la ciencia es una
novela de personaje en la que Andrés Hurtado da unidad al relato, hilvanando
multitud de elementos: personajes, ambientes y lugares. Entre los personajes
principales, que se van definiendo poco a poco (por su comportamiento, por sus
reflexiones, por contraste con otros personajes, por sus diálogos...) y van
evolucionando y adquiriendo profundidad, hasta convertirse en personajes redondos,
tenemos a: Andrés Hurtado: protagonista de la obra. Joven inquieto,
republicano, apático, solitario y ávido de aprender cualquier cosa, sobre todo
medicina (su carrera). Este ímpetu de aprendizaje le llevaba a plantearse
cuestiones filosóficas existenciales, que discutía con su tío Iturrioz. Estas
inquietudes vitales terminan con su muerte. El fallecimiento de su esposa poco
después de dar a luz un niño que nace muerto le sumen en una profunda depresión
que no puede aguantar y termina suicidándose. Doctor Iturrioz: tío de Hurtado.
Con él discute todo lo cuestionable que se le pasa por la cabeza. Es él quien,
junto a otro médico, le ve en su lecho de muerte después de que Andrés se haya
suicidado. Se inspira en un tío-primo del novelista llamado Justo Goñi y
representa al Baroja maduro. Lulú: una de las Minglanillas, al principio es
alguien poco significativo para Andrés Hurtado pero poco a poco se va dando
cuenta de que es la mujer a quien ama, tal es así que Lulú termina
representando para él el culmen de mujer inteligente y bella. Llegó a amarla
hasta el punto de no soportar su muerte. En lo que respecta a los personajes
secundarios, usados para pasar revista a las distintas clases y ambientes
sociales y que aportan cada uno un rasgo a la caracterización del ser humano,
destacan: Julio Aracil: cínico, vividor sin escrúpulos, compañero de Hurtado
desde antes de la carrera y más tarde de trabajo. Aunque su forma de vida no
concordaba con los ideales de Hurtado, eran buenos amigos. Representa una
versión degradada del “superhombre” de Nietzsche. Montaner: compañero de
carrera de Aracil y de Hurtado, con este ultimo mantenía discusiones de todo
tipo. Era derechista, aristócrata, monárquico y creía en las clases sociales.
Paradójicamente acabó siendo pobre y pidiendo un puesto de trabajo a Aracil.
Tanto Aracil como Montaner, representan dos compañeros verdaderos de Baroja,
Carlos Venero y Pedro Riu Davets. Antonio Lamela: aparece también en otras
novelas de Baroja. Como Julio Aracil y Montaner, fue un conocido de Baroja en
sus años de estudiante. En él plasma su ideología, su pesimismo, sus
inquietudes filosóficas sobre la existencia del ser humano y también sus
convicciones políticas. Margarita: la hermana real de Baroja (Carmen) se
convierte en este personaje. Mujer resignada a los valores sociales de la época
y acostumbrada a vivir en una familia de derechas. Don Pedro Hurtado: padre del
protagonista, totalmente contrario a las ideas de este, de costumbres e ideas
derechistas, despótico, arbitrario y que demostraba muy poco afecto por su
hijo. Dorotea: representa para Andrés Hurtado el amor carnal, toda la lujuria
desenfrenada de una pasional explosión de amor por una noche. Doña Leonarda:
madre de Lulú, volcada a la religión y a los valores tradicionales que la
sociedad había impuesto anteriormente. Hay otros personajes que ayudan a
caracterizar algún ambiente donde se sitúa la acción. Por ejemplo, los
profesores y estudiantes de la Universidad, los habitantes de Alcolea del
Campo, los vecinos de Lulú, los pacientes del Doctor Sánchez... . La mayoría de
los personajes están descritos de forma despectiva, por un rasgo llamativo que
sirve a Baroja para criticar algún aspecto de la realidad, y en apenas tres
líneas; lo que confiere más individualidad a Andrés Hurtado que es el único que
se rebela frente a la mísera sociedad moral que le ha tocado vivir. No podemos
olvidar la importancia que tiene tanto Alcolea del Campo, como reflejo del
atraso que Baroja denuncia, como Madrid, donde de nuevo muestra la más absoluta
miseria, con la que se codea la despreocupación de los “señoritos juerguistas”.
Ambas ciudades actúan como personajes colectivos en la obra.
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