sábado, 21 de octubre de 2017

EL ÁRBOL DE LA CIENCIA





1. BREVE RESEÑA BIOGRÁFICA DEL AUTOR

Pío Baroja, perteneciente a la Generación del 98 y considerado por la crítica como el novelista español más importante del siglo XX, nació en San Sebastián en 1872 y vivió, durante casi toda su vida, en Madrid. Allí estudió medicina y se doctoró con una tesis sobre el dolor, donde afirmaba la relación directa entre inteligencia y dolor.
Su ejercicio como médico en Cestona (Guipúzcoa) fue breve. En su juventud fue un anarquista convencido, que se reflejará en sus obras mediante un total y sincero inconformismo hacia casi todo: la religión, la política, hacia el hombre y hacia la vida en general. Quizás, por ese inconformismo sentía una enorme ternura hacia los seres más desvalidos y marginados de la sociedad. Sus ideas sobre el hombre y el mundo se inscriben a la perfección en la línea del pesimismo existencial, religioso, social y económico. Permaneció agnóstico y el catolicismo le repelía a causa de la influencia negativa de la iglesia en la vida política y social española. Muere en Madrid en 1956.

2. INTRODUCCIÓN A LA OBRA

El árbol de la ciencia (1911), obra perteneciente a la trilogía de “La raza”, es la novela noventayochista que mejor expresa la crisis existencial del tránsito del XIX al XX. Su tema central es la desorientación del hombre inadaptado y encerrado en un callejón sin salida que busca un sentido a la vida pero que la insatisfacción ante los ambientes que le rodean y las dolorosas experiencias vitales lo conducirán al suicidio. El dilema en la obra, de ahí el título, es, o la acción en el círculo que nos rodea, o la abstención y la contemplación indiferente de todo (ataraxia). Andrés Hurtado vacila entre ambas direcciones. Su doble fracaso: no acierta a ver la posibilidad de una acción fructífera; y, por otro lado, la contemplación y el conocimiento de la verdad (“el árbol de la ciencia”) le lleva al dolor y a la angustia. Se trata de una novela de aprendizaje, ya que a lo largo del relato se va conformando la personalidad del protagonista desde la juventud hasta la madurez, a partir de un “viaje” por el mundo exterior (Valencia, Madrid, Alcolea...), y por su mundo interior (lecturas filosóficas y charlas con su tío Iturrioz). Esta novela posee un gran componente autobiográfico (Andrés Hurtado es el Baroja joven, su tío Iturrioz, el Baroja maduro; la vida del estudiante de Medicina; la muerte del hermano pequeño (muerte del hermano mayor Darío Baroja); el periodo de médico en Alcolea del Campo (fue médico en Cestona); la lectura de filósofos como Kant, Schopenhauer o Nietzsche...).

3. TEMAS Y CONTENIDO IDEOLÓGICO

 El tema fundamental de la novela, ya mencionado más arriba, es la búsqueda del sentido de la existencia humana, que Andrés Hurtado persigue de mil maneras pero no llega a encontrar (de ahí la angustia, el aislamiento, la abulia y el suicidio). A este tema están subordinados todos los demás temas: La preocupación por España: en la línea de la Generación del 98 se refleja la vida española de finales del siglo XIX: la pobreza cultural del país (ineptitud de los profesores...), la pasividad; el egoísmo de la vida rural y su inmovilismo; las miserias, las injusticias y la apatía de la ciudad; la gran diferencia entre ricos y pobres; el caciquismo; la influencia nefasta de la moral católica; la corrupción política y la explotación... . España está enferma y para combatir la enfermedad hay que diagnosticarla. Para ello Baroja nos muestra una amplia galería de personajes egoístas, incultos, crueles, incomprendidos, vagos, explotados...  La crítica afecta a todos los sectores: la Universidad, la prensa, la política, la burguesía, el mundo urbano, el mundo rural...  La lucha por la vida: la obra es una denuncia de la injusticia social y de la explotación del hombre por el hombre. Andrés Hurtado termina convenciéndose de que la injusticia social no tiene solución, por lo que la acción revolucionaria carece de sentido. Los más fuertes dominarán siempre a los débiles, de acuerdo con las ideas de Darwin. Las preocupaciones filosóficas: Andrés Hurtado busca respuesta a sus preguntas en la filosofía irracionalista de la época. En la obra se da una confrontación entre abulia, abstención de todo, escepticismo, pesimismo existencial (Schopenhauer) y voluntad, acción, participación y vitalismo (Nietzsche); pero Hurtado se decantará por la “ataraxia” de Schopenhauer porque la felicidad solo puede venir de la inconsciencia y el conocimiento trae siempre dolor. Frente a la negación de la voluntad de vivir (ataraxia), Hurtado opta por el suicidio, que para Schopenhauer es la afirmación enérgica de esa voluntad de vivir y el rechazo de las condiciones en que se ofrece la vida. Además, también ha leído a Kant ( C rítica de la razón pura): el hombre conoce los fenómenos de la realidad pero no su explicación intelectual. La ciencia y el conocimiento: tampoco ofrecen una solución al sentido de la vida, al contrario, agudizan el sufrimiento humano: es preferible la inconsciencia. Es más feliz quien desconoce, quien ignora. Este pensamiento lo recoge de Schopenhauer y está en el poema “Lo fatal” de Rubén Darío. Andrés Hurtado cree en la ciencia, pero no en la de su momento, sino en la que está por venir. Por eso la novela termina diciendo que “tenía algo de precursor”. Baroja, agnóstico y anticlerical, identifica el “árbol de la ciencia” con la búsqueda de la verdad mediante la razón, el análisis y la inteligencia. “El árbol de la vida” estaría representado por los que prefieren vivir en la mentira, la inconsciencia, la sensiblería, la fuerza opresora, el optimismo infundado, la superstición y la religión. En la obra predominan los personajes que se decantan por esta última opción. La religión: queda reducida a la categoría de superstición. Andrés Hurtado pierde pronto la fe y sintoniza con las ideas de Kant de que los postulados de la religión son indemostrables: todo ello le provoca la angustia existencial y el hastío, en la línea del 98. La soledad y la incomunicación: el absurdo del mundo y del ser humano provoca en Andrés Hurtado el aumento progresivo de su instinto antisocial. El dolor: asociado a la enfermedad y muerte de Luisito. Esta acentúa la tristeza de Hurtado: se enfrenta por primera vez al dolor y no lo entiende; posteriormente, con la muerte del hijo y de Lulú el dolor será insoportable; solo en su propia muerte encontrará la serenidad y la paz. El amor: tampoco en él encuentra una respuesta. Entendido como sentimiento romántico está satirizado en la figura de Lamela. El amor familiar se pone en entredicho (en la familia Hurtado). El amor por Lulú es fructífero siempre que no transmita la vida; Andrés Hurtado al tener un hijo sólo perpetuaría el dolor de vivir (Naturalismo). La relación padre-hijo : que en la obra es fría y antinatural, acrecentada por la ausencia de la madre, cuya presencia hubiera podido atenuar esa frialdad.

 4. ESTRUCTURA Y CONTENIDO DE LA OBRA

 El árbol de la ciencia es una novela cerrada, no sólo por la muerte de sus protagonistas, sino también por la disposición narrativa de sus elementos. En cuanto a su organización externa, la obra se compone de siete partes, que constan de un número desigual de capítulos cada una (hay 53 en total, cada uno con su título correspondiente). En lo que respecta a su organización interna, podemos dividirla en tres etapas fundamentales: las dos fases de la vida de Andrés Hurtado, que siguen el mismo proceso y acaban en fracaso y la unión entre ambas (charla con Iturrioz): A) La primera etapa: periodo de formación que se compone de las tres primeras partes del libro: La vida de un estudiante en Madrid (once capítulos), Las Carnarias (nueve capítulos) y Tristezas y dolores (cinco capítulos). En La vida de un estudiante en Madrid Baroja analiza la relación desdichada de Hurtado con su familia, sus amistades, su decisión de estudiar medicina y la decepción que le producen los estudios. Andrés Hurtado se convierte en un joven solitario e irritable ante la crueldad y la estupidez humanas. Su práctica como médico en el hospital San Juan de Dios confirma sus peores miedos; el sufrimiento humano no tiene remedio y los médicos son unos desalmados. Todo esto le convence más de la filosofía pesimista de Schopenhauer: el ser inteligente, el darse cuenta de las cosas, aumenta el dolor propio. En Las Carnarias entra en contacto con la miseria y la sordidez del Madrid finisecular. Entre los personajes hay chulos, mendigos, bohemios, ladrones, prostitutas, prestamistas… sin embargo, conoce a Lulú, una muchacha con nobleza e independencia. Después de ver ese mundo opina que “la vida es una lucha constante, una cacería cruel en que nos vamos devorando los unos a los otros” (Homo homini lupus, de Plauto/Hobbes); al individuo solo le preocupa su bienestar y los únicos fines que lo estimulan son los egoístas. Su tío Iturrioz le planteará las dos opciones vitales que se le presentan: la “ataraxia” o contemplación indiferente e indolora de la realidad y la acción destinada a cambiar las cosas, pero reducida a un pequeño círculo. En Tristezas y dolores Andrés Hurtado experimenta el sufrimiento en sus propias carnes: Luisito, su hermano pequeño cae enfermo. Sospechando que puede ser tuberculosis se lo lleva a un pueblo próximo a Valencia. Aunque se recupera casi por completo, Andrés Hurtado insiste, frente a la oposición familiar en que residan allí por más tiempo. El padre, contrariando sus indicaciones se lo lleva a Valencia. Empieza a preparar el doctorado y consigue un empleo en un pueblo de Burgos. Permanece incomunicado hasta el momento que recibe una carta familiar, anunciándole la muerte de Luisito. Esta pérdida perturba su paz interior y le lleva al escepticismo ante la ciencia y a las más negras ideas ante la vida. A los momentos de tranquilidad le sigue siempre la tragedia. B) Segunda etapa: paréntesis filosófico que sirve de enlace entre las otras dos partes. Corresponde a la cuarta parte del libro: Inquisiciones (cinco capítulos) y en ella se exponen las teorías de diversos filósofos durante las conversaciones entre Andrés Hurtado y su tío Iturrioz (que representa al Baroja maduro y escéptico). La muerte de su hermano despierta en Hurtado una vez más la conciencia del dolor, ahora su preocupación principal es la de encontrar una plan filosófico que le explique el mundo y la vida. Habla con Iturrioz sobre esto y le dice que ha encontrado ese plan en la filosofía de Schopenhauer. Andrés Hurtado considera que la ciencia es la única esperanza del hombre y que sirve para transformar la realidad e Iturrioz es pesimista: el pensamiento científico no puede construir un mundo mejor debido al egoísmo del hombre, que es lo que hace a la sociedad ser como es. El protagonista, tras esta conversación, se inclina por la “ataraxia” (abstención y contemplación indiferente de todo). C) Tercera etapa: que lo llevará a la destrucción final y formada por las tres últimas partes del libro: La experiencia en el pueblo (diez capítulos), La experiencia en Madrid (nueve capítulos) y La experiencia del hijo (cuatro capítulos). En La experiencia en el pueblo, Andrés Hurtado se traslada como médico titular a Alcolea del Campo, microcosmos de la España rural de la época: el caciquismo campa a sus anchas, el orgullo y la vanidad son sus características, la crueldad es el comportamiento más habitual, la envidia impide la realización de un trabajo libre y eficaz...  En Alcolea se refuerza su pesimismo y ve cómo su odio crece hasta tal punto que decide apartarse de todo y practica la segunda vía propuesta por su tío: la “ataraxia”. Ya no experimenta cólera, se siente divinizado y pierde su espíritu agresivo. Prácticamente todo le es indiferente. Hurtado permite que un impulso sexual perturbe su “ataraxia” y paz interior y mantiene una relación con una mujer. Precisamente dice Schopenhauer que los impulsos sexuales son una de las cosas que pueden acabar con ese estado de serenidad y paz interior. En La experiencia en Madrid, a su regreso a la capital, se entera de que España se encuentra en guerra por las colonias en América y Filipinas (denuncia la indiferencia del pueblo ante la derrota). Encuentra trabajo como médico de higiene, aunque no le produce ninguna satisfacción pues trabaja con todo tipo de personajes marginales, prostitutas, vagabundos... por los que también siente desprecio al igual que por las clases altas. Poco después, Aracil le proporciona un puesto en una sociedad de ayuda a los pobres. A pesar de que era un trabajo que no le indignaba, se le hace pesado. Al final de esta parte, Andrés confiesa su amor por Lulú. En La experiencia del hijo, se casa con Lulú y encuentra un periodo de tranquilidad, aunque desconfía de su propia situación de satisfacción personal. Más adelante, deciden tener un hijo, aunque Andrés Hurtado recela de esta idea llevado por su pesimismo cada vez más acuciante. Cuanto más se aproxima el momento del parto, más angustiado se siente. Finalmente, todo se derrumba para él con la tragedia del hijo muerto y el fallecimiento de Lulú. Sin fuerzas ya para vivir una existencia insoportable para él, en un callejón sin salida por haber perdido toda esperanza en la vida y en la ciencia, Hurtado se suicida.

5. ESPACIO Y TIEMPO

 Los espacios que aparecen en la novela son de dos clases: real (Madrid: el hospital de San Juan de Dios, la Biblioteca Nacional, el Retiro, el Jardín Botánico...; Burgos y Valencia); y otro de base real (Alcolea del Campo), que no existe en la realidad pero podría tratarse de cualquier municipio de Ciudad Real limítrofe con Andalucía. Se combinan los espacios abiertos y cerrados dependiendo de la intención de Baroja. Gran importancia tienen los ambientes y su impresionismo descriptivo, que atiende al efecto que el paisaje causa en el ánimo de los personajes. Andrés Hurtado se mueve en una sociedad inmersa en las más diversas miserias y lacras sociales pero la realidad española se estructura más marcadamente en la contraposición campo−ciudad. El tiempo externo coincide con la época en que vivió Baroja, es decir, finales del siglo XIX y principios del siglo XX; el tiempo interno, por su parte, sigue casi siempre un orden cronológico y lineal: desde el comienzo de la carrera de Andrés hasta su suicidio; aunque hay rupturas temporales cuando el protagonista recuerda su infancia (analepsis) y el tiempo narrativo se detiene en las conversaciones entre Hurtado y su tío Iturrioz.

6. LENGUA Y ESTILO

 El narrador de la obra es omnisciente subjetivo en la mayor parte de las ocasiones. En cuanto a la técnica barojiana, en la línea perseguida por la Generación del 98, destaca por su escaso interés por lo estético y su preferencia por la naturalidad y la espontaneidad. Usa con austeridad los recursos, su prosa es clara, sencilla, antirretórica y directa, con abundancia de frases cortas y muy expresivas (más cercana al lenguaje hablado que al escrito). Además, repite estructuras sintácticas y su léxico es más bien limitado y sencillo, hasta el punto de que comete alguna incorrección, como el pleonasmo del pronombre personal de tercera persona: “ninguno de los dos le tomaba en serio a Lamela”. Una peculiaridad estilística importante de la narrativa barojiana es el distanciamiento irónico y el humor sarcástico del novelista con respecto a sus personajes, a través de un lenguaje frío y analítico. Pero Baroja alterna ese objetivismo con estallidos subjetivos y apasionados comentarios valorativos. En la descripción de personajes tiende a la valoración ética, a menudo usando la “técnica del improperio”, acumulando adjetivos y expresiones de rechazo, desdén y pesimismo. En la descripción de paisajes, presenta el paisaje en continuo cambio (en relación con el paso del tiempo) y el efecto que el paisaje o los ambientes causan en el ánimo del personaje. Asimismo, aparece mucho el estilo directo (diálogo), aunque también nos encontramos con el estilo indirecto (“Hurtado le contaba lo que hacía, le hablaba de la clase de disección…”) y el estilo indirecto libre (voz del personaje) (“A pesar de su caridad y de sus buenas obras, este hermano Juan era para Andrés repulsivo; le producía una impresión desagradable… Había en él algo anormal. ¡Es tan lógico, tan natural en el hombre huir del dolor, de la enfermedad, de la tristeza!”). No hay monólogo interior ni monólogo en toda la obra. Baroja no deja en ningún momento solo a su protagonista.


 7. PERSONAJES El árbol de la ciencia es una novela de personaje en la que Andrés Hurtado da unidad al relato, hilvanando multitud de elementos: personajes, ambientes y lugares. Entre los personajes principales, que se van definiendo poco a poco (por su comportamiento, por sus reflexiones, por contraste con otros personajes, por sus diálogos...) y van evolucionando y adquiriendo profundidad, hasta convertirse en personajes redondos, tenemos a: Andrés Hurtado: protagonista de la obra. Joven inquieto, republicano, apático, solitario y ávido de aprender cualquier cosa, sobre todo medicina (su carrera). Este ímpetu de aprendizaje le llevaba a plantearse cuestiones filosóficas existenciales, que discutía con su tío Iturrioz. Estas inquietudes vitales terminan con su muerte. El fallecimiento de su esposa poco después de dar a luz un niño que nace muerto le sumen en una profunda depresión que no puede aguantar y termina suicidándose. Doctor Iturrioz: tío de Hurtado. Con él discute todo lo cuestionable que se le pasa por la cabeza. Es él quien, junto a otro médico, le ve en su lecho de muerte después de que Andrés se haya suicidado. Se inspira en un tío-primo del novelista llamado Justo Goñi y representa al Baroja maduro. Lulú: una de las Minglanillas, al principio es alguien poco significativo para Andrés Hurtado pero poco a poco se va dando cuenta de que es la mujer a quien ama, tal es así que Lulú termina representando para él el culmen de mujer inteligente y bella. Llegó a amarla hasta el punto de no soportar su muerte. En lo que respecta a los personajes secundarios, usados para pasar revista a las distintas clases y ambientes sociales y que aportan cada uno un rasgo a la caracterización del ser humano, destacan: Julio Aracil: cínico, vividor sin escrúpulos, compañero de Hurtado desde antes de la carrera y más tarde de trabajo. Aunque su forma de vida no concordaba con los ideales de Hurtado, eran buenos amigos. Representa una versión degradada del “superhombre” de Nietzsche. Montaner: compañero de carrera de Aracil y de Hurtado, con este ultimo mantenía discusiones de todo tipo. Era derechista, aristócrata, monárquico y creía en las clases sociales. Paradójicamente acabó siendo pobre y pidiendo un puesto de trabajo a Aracil. Tanto Aracil como Montaner, representan dos compañeros verdaderos de Baroja, Carlos Venero y Pedro Riu Davets. Antonio Lamela: aparece también en otras novelas de Baroja. Como Julio Aracil y Montaner, fue un conocido de Baroja en sus años de estudiante. En él plasma su ideología, su pesimismo, sus inquietudes filosóficas sobre la existencia del ser humano y también sus convicciones políticas. Margarita: la hermana real de Baroja (Carmen) se convierte en este personaje. Mujer resignada a los valores sociales de la época y acostumbrada a vivir en una familia de derechas. Don Pedro Hurtado: padre del protagonista, totalmente contrario a las ideas de este, de costumbres e ideas derechistas, despótico, arbitrario y que demostraba muy poco afecto por su hijo. Dorotea: representa para Andrés Hurtado el amor carnal, toda la lujuria desenfrenada de una pasional explosión de amor por una noche. Doña Leonarda: madre de Lulú, volcada a la religión y a los valores tradicionales que la sociedad había impuesto anteriormente. Hay otros personajes que ayudan a caracterizar algún ambiente donde se sitúa la acción. Por ejemplo, los profesores y estudiantes de la Universidad, los habitantes de Alcolea del Campo, los vecinos de Lulú, los pacientes del Doctor Sánchez... . La mayoría de los personajes están descritos de forma despectiva, por un rasgo llamativo que sirve a Baroja para criticar algún aspecto de la realidad, y en apenas tres líneas; lo que confiere más individualidad a Andrés Hurtado que es el único que se rebela frente a la mísera sociedad moral que le ha tocado vivir. No podemos olvidar la importancia que tiene tanto Alcolea del Campo, como reflejo del atraso que Baroja denuncia, como Madrid, donde de nuevo muestra la más absoluta miseria, con la que se codea la despreocupación de los “señoritos juerguistas”. Ambas ciudades actúan como personajes colectivos en la obra.

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